
Van saliendo cosas a la luz
pública que explican las animosidades antiespañolas de Picardo, como su
participación, a través de su familia, en el negocio del abastecimiento de
combustible para embarcaciones, incluidos grandes barcos, desde buques-tanque
anclados en aguas españolas próximas a Gibraltar. Es por eso, y no por
preservar la fauna marina impidiendo a los pescadores de Algeciras faenar (los
cuentos para los niños), que al jefe del Ejecutivo gibraltareño se le ha
ocurrido tirar bloques de hormigón. Se trata de adueñarse de unas aguas, de
inequívoca soberanía española, para sus negocios particulares actuales y para
ir preparando el camino a otros futuros, lo que hace imprescindible rellenar
sobre mar hispano.
El Gobierno de España, en
principio, ha reaccionado bien, oponiéndose frontalmente a la política agresiva
de hechos consumados del Gobierno de La Roca, pero, junto con declaraciones
pertinentes y actuaciones ajustadas a derecho, como incrementar el control en
la aduana de la verja para impedir el contrabando de drogas y tabaco, se están
haciendo manifestaciones alegres que no ayudan en nada a reconducir el
problema, como, por ejemplo, la advertencia de llevar el asunto ante el Consejo
de Seguridad de la ONU, donde tanto Reino Unido como su aliado incondicional,
EE UU, tienen derecho de veto. Tampoco pienso que sea útil, mas bien al
contrario, trasladar el contencioso al Tribunal Internacional de La Haya o a
las instituciones europeas. Otra cosa en que, si se diera una ofensiva
diplomática británica, nuestro país lleve el asunto de Gibraltar ante el Comité
Especial de Descolonización de la ONU, también llamado de “Los 24”, y que este
traslade nuestras demandas a la Asamblea General, donde las resoluciones se
toman por mayoría, como ya ocurrió en el pasado. Los países iberoamericanos
pueden ser unos buenos aliados en el contencioso, no olvidemos que Argentina
mantiene viva su reivindicación sobre Las Malvinas, que recientemente ha sido
apoyada por todos los países de habla hispana del continente americano y que
los argentinos no olvidan que el Gobierno de España, que presidía Leopoldo
Calvo-Sotelo, apoyó sus tesis, ante el Consejo de Seguridad de la ONU, en pleno
conflicto bélico por la soberanía de las islas.
Pero, seamos prácticos, lo
verdaderamente eficaz para hacer retroceder a Picardo e invitar a la reflexión
al Gobierno británico es mantener la presión en la aduana, denunciar ante los
organismos internacionales las prácticas ilegales de trasvase de combustible en
el mar, obligar a los gibraltareños que tienen
residencia en Gibraltar, pero que en realidad viven en España, a que
paguen sus impuestos en nuestro país, cobrar un fuerte peaje por las líneas
telefónicas, impedir a las empresas fantasma radicadas en Gibraltar operar en
España, etc. Como muy bien han descrito los propios ingleses, se trata de cogerlos
por el cuello y asfixiarlos económicamente.
Si España se mantiene firme yo
estoy convencido que se impondrá la racionalidad, porque las declaraciones del
Gobierno de Londres amenazando con llevar a nuestro país ante organismos
internacionales no son mas que bravuconadas del que no tiene argumentos sólidos
para defenderse y porque, además, sería una iniciativa muy peligrosa para los que mantienen un centro financiero como la “City”, con toda su red de chanchullos
y paraísos fiscales, ponerse en primer plano ante la justicia y opinión
pública internacionales. Otra cosa es
que los británicos nos pueden hacer daño, impidiendo a sus ciudadanos viajar
como turistas a España y cosas por el estilo. Pero ellos no saldrían indemnes y
no están las economías de ambos países para tonterías.
El pirata Picardo y sus corsarios
deben volver sobre sus pasos y dejar que los mayores se entiendan.
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