
El contencioso se ha agravado en
los últimos años debido a varios factores, desde el excesivo compadreo de José
María Aznar con el entonces primer ministro Toni Blair, que pasaba sus
vacaciones en Doñana y fue compañero de correrías en Las Azores, hasta la
estupidez de Zapatero, que, a cambio de que se iniciaran conversaciones sobre
este conflicto histórico, que, evidentemente, no llegaron a nada, como era de
esperar, permitió que los vuelos de aeronaves militares y civiles que entraban
o salían de Gibraltar pudieran sobrevolar tierra y mar españolas e hizo la
vista gorda con las actividades delictivas de las que llevan viviendo los
llanitos desde hace ya bastantes años.
Es importante aclarar que los
británicos basan sus argumentos jurídicos sobre la soberanía en ese pequeño
trozo de España en el Tratado de Utrecht, que puso fin a la Guerra de Sucesión
Española, entre los años 1.713 y 1.715. Mediante aquel tratado, la mayor fechoría
que los borbones cometieron contra nuestro país, firmado en la ciudad holandesa
del mismo nombre, España perdió Las Islas Baleares y Gibraltar y estuvo a punto
de perder Cataluña. Pero las hostilidades continuaron y España recuperó el Principado
de Cataluña (septiembre de 1.714) y Mallorca (julio de 1.715) pero Menorca (que
no se reconquistó hasta el 5 de febrero de 1.782) y Gibraltar, siguieron en
manos inglesas. Pues bien, en ese tratado está claramente escrito que Gibraltar
no tiene soberanía sobre ningunas aguas.
El Peñón tuvo un carácter
estratégico muy importante durante la Segunda Guerra Mundial y Hitler se lo
ofreció a Franco si este facilitaba el paso por España de las tropas alemanas
para auxiliar al Áfrika Korps, que mandaba el mariscal Rommel, que se
encontraba con graves dificultades de abastecimiento. Franco, temiendo que los
alemanes no ganaran la guerra, no lo permitió y ofreció a cambio la División
Azul, una fuerza expedicionaria falangista para combatir contra la URSS, lo que
le sirvió para contentar a Hitler y mantener el poder cuando terminó el
conflicto mundial y empezó la Guerra Fría.
La dictadura franquista utilizó
el contencioso de Gibraltar para distraer la atención de los graves problemas internos
(recuérdese el cierre de la verja) pero permitió que parte de tierras y aguas
españolas fueran usurpadas para ampliar la pista del aeropuerto gibraltareño.
Hace tiempo que la base militar
británica ya no es el pilar económico de La Roca y que Gibraltar se ha
convertido en un paraíso fiscal que vampiriza una gran parte de recursos
españoles. Las actividades económicas de los llanitos, aparte del turismo
mayoritariamente español, se centran en la administración de miles de
sociedades fraudulentas, en la venta de tabaco, combustible y toda clase de
artículos con menores impuestos ( sin que exista el factor lejanía o
insularidad que lo justifique) e incluso en el tráfico de estupefacientes.
Los británicos siempre se han
aprovechado de los momentos de debilidad de España, y han creído que ahora
tenían otra oportunidad. Puede que nuestro ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, haya pedido perdón a Evo Morales, pero se equivocan los que piensan que fue una bajada de pantalones. Nuestro
ministro, el mejor del Gobierno, al poco tiempo de tomar posesión de su cargo,
ya les espetó lo de “Gibraltar español”. Esperemos que las anunciadas medidas
del Gobierno de España, la mayoría sensatas y de justicia, se lleven a la
práctica y terminen con la impunidad y desfachatez del Gobierno de Londres y
sus aliados de Cádiz.
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