
Pero, si eran de esperar algunas
voces contrarias a una iniciativa de sentido común, como algunas asociaciones
de jóvenes que dan mas importancia a poder beber en la calle que al paro en que
está sumida su generación, o de hosteleros, que erróneamente piensan que las
restricciones al tabaco van contra sus intereses, cuando ha sido la crisis
económica la que ha vaciado los bares y el tabaco distrae una buena parte de la
renta de muchas familias, resulta, sin embargo, inaudito que partidos
políticos, como PP e IU, coincidan en oponerse a algunas medidas, como fumar a
las puertas de algunos establecimientos y dentro de algunas marquesinas (como
las paradas de autobús), que son laxas si se comparan con las que existen en
otros países, donde las prohibiciones se han extendido a parques, playas y
otros lugares públicos al aire libre.
Si bien es cierto que el PP había
propuesto en varias ocasiones que en Asturias, que es la excepción en España,
se elevara la edad para consumir alcohol de los 16 a los 18 años, y los
socialistas se habían negado, también lo es que en el asunto del tabaco dudan,
quizá mediatizados por lo que puede ocurrir en Madrid con Eurovegas, que se
convertirá en la capital europea del vicio con la permisibilidad del esa
comunidad autónoma y del Gobierno de Rajoy, que podría modificar la Ley del
Tabaco (la mejor iniciativa de Zapatero) para satisfacer al magnate
norteamericano que va a montar el tinglado.
Pero, lo que mas dolor y vergüenza
produce en este debate es la opinión de algunos dirigentes de IU, cuando la
coalición roji-verde está siendo vanguardia en la defensa de los intereses de
una ciudadanía vilipendiada y de un medio ambiente agredido sin piedad, como lo
demuestra su postura ante asuntos como la incineradora o el escape de mercurio
de Asturiana de Zinc. No es la primera vez, sin embargo, que la progresía
pierde el Norte en el tema de la drogadicción. Todos recordamos lo que ocurría
en los años 60 con los ácidos y las anfetaminas y en los 70 con el hachís y la
marihuana, cuyo consumo llegó a ser consustancial con un izquierdismo
equivocado.
Mi asombro llega al estupor cuando,
por ejemplo, escucho al diputado regional del PP, Alfonso Román López, que la
Ley Antitabaco se aplica en Asturias con “especial virulencia”, como si lo
deseable no fuera ser contundente en hacer cumplir las leyes; o al presidente del
Conseyu de la Mocedá, Javier Suárez, que dice que estas normas no se van a
cumplir, poniendo ya palos en la rueda a los que quieren velar por la salud de
los asturianos, no me refiero al Gobierno del Principado, sino a la gente
cabal.
Al margen de políticos desnortados
y empresarios de la hostelería que no tienen las cosas muy claras, entre los
que se ha fraguado una santa alianza antinatura, también tercian en el asunto,
como no, los fumadores empedernidos o los que no tienen otra forma de
divertirse que dándole a la botella o al botellón, gente a la que la nicotina y
el alcohol han robado el libre albedrío y que son capaces de darle al pitillo
con embarazos de muchos meses o a la copa hasta vomitar.
Señores, seriedad y
responsabilidad.
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