COLÓN II

 

Dicen que nunca segundas partes fueron buenas y el dicho parece cumplirse en la concentración que el 13 de junio (cachis en diez, encima escogieron día 13) las derechas y la ultraderecha habían organizado para manifestarse contra los posibles indultos a los independentistas catalanes presos. A Pablo Casado no le hacía demasiada gracia juntarse, otra vez, con el partido de Abascal, con el que ya intentó marcar distancias en la fallida moción de censura de Vox contra el gobierno de Sánchez y con el que tiene una relación en algunas CC AA y en algunas ciudades difícil, pero pensó, muy erróneamente, que los beneficios podían ser mejores que los perjuicios. Al aquelarre también se había unido Ciudadanos y eso daba un barniz más presentable. Así que todo iba a ser maravilloso hasta que, hete aquí, que va el juez de la Audiencia Nacional, Manuel García-Castellón, que lleva el “Caso Kitchen”, e imputa a la ex ministra y es secretaria general del PP, Maria Dolores de Cospedal, y a su marido, Ignacio López del Hierro, por su supuesta implicación en el espionaje al ex tesorero del PP, Luis Bárcenas. No perdamos de vista en todo este asunto quién tiene las pruebas y quién se ha dado cuenta que colaborar con la Justicia, en época de rebajas, quiero decir, de indultos, es muy buena idea, el ex comisario Villarejo. El alcalde de Madrid ha dicho: “De momento son inocentes”. Almeida no se refiere a los de Podemos, linchados en los medios de comunicación y crucificados en la plaza pública, aunque, otra vez, han salido airosos de la enésima demanda contra ellos, se ha referido a sus compañeras de partido, Cospedal y Sáenz de Santamaría. Casado lleva una mochila llena de mierda a la espalda y no es una mochila que le han colgado y a la que es ajeno, como quiere hacer creer, pues cuando sucedía lo que el juez García-Castellón está investigando, y Villarejo contando, el ahora presidente del PP había sido ya nombrado por Rajoy vicesecretario y portavoz de campaña del PP, es decir, Casado no pasaba por allí. Lo que está sucediendo va mucho más allá de las tramas de corrupción del PP, donde, eso sí, los corruptores se están yendo de rositas, se trata, como ya dictaminó la Justicia de “una organización criminal” que utilizó hasta a la Policía y el CNI para sus tramas mafiosas, bien para evitar que Bárcenas pudiera esgrimir pruebas que rebajaran las penas a las que él y su esposa han sido condenados, bien para inventarse pruebas de delitos cometidos por otros partidos. Los que estaban contra los indultos y pensaban sacar provecho de esa posición legítima, que otros compartimos desde sus antípodas políticas, no tenían autoridad moral. Ciudadanos ya se ha desmarcado del asunto y el PP, ahíto de éxito electoral en Madrid, sigue perdiendo los papeles, en este caso no los de Bárcenas y lo que almacenaba el disco duro de su ordenador, aunque también de la Ley, negándose a acatar la Comunidad Autónoma de Madrid las órdenes del Ministerio de Sanidad. Yo creo que hay gente que aún no se ha enterado que la aplicación del artículo 155 en Cataluña no fue un caso singular, aunque sí con otras peculiaridades; la primera vez que el gobierno de España amenazó con aplicar el artículo 155 a una C A fue al gobierno de Canarias, que presidía Lorenzo Olarte (CDS) en 1989 porque el Gobierno Canario se negaba a disminuir aranceles, como había impuesto Bruselas, y no acataba las órdenes, al respecto, del gobierno del Estado que entonces presidía Felipe González. Es necesario un partido fuerte y serio en el espectro político de la derecha de este país, pero no puede ser un partido, al contrario que sus homólogos europeos, que coquetee con la ultraderecha, un partido corrupto y un partido que se pase, como contra los que se quieren manifestar, la Ley por la entrepierna.