Dejar pudrirse los asuntos sin
darles solución nunca es bueno, pero, si del asunto que hablamos es el de la
generación de energía para todo un país, en nuestro caso, de España, es
muchísimo peor. Y sí, además de no dar solución al problema de la generación de
energía, cometes otras fechorías que añades a la tarifa eléctrica, el hedor de
la podredumbre ya no se puede esconder y lo inunda todo. Si algo de bueno tiene esta cuestión para el debate es que unos
no pueden echar la culpa a otros de lo que está pasando, porque todos los
partidos políticos son responsables en alguna medida de que en
estos momentos España tenga que importar energía eléctrica y de que tengamos el
recibo de la luz más caro de Europa, con las gravísimas consecuencias que eso
tiene para los particulares y para las empresas, sobre todo para las industrias que necesitan grandes cantidades de energía eléctrica para
funcionar. La buena memoria es un arma de destrucción masiva, así que cuando
quieren destruir nuestra economía no debemos responder con azucarillos, hagamos
memoria: En 1983 el Gobierno de Felipe González decretó la “Moratoria Nuclear”,
una de las mayores pifias que cometió el personaje que para muchos ha sido un
gran estadista. Recordemos que por aquel entonces España era la segunda
potencia nuclear de Europa Occidental, solo por detrás de Francia. El Gobierno
que presidía Adolfo Suárez había acometido un programa nuclear de generación
eléctrica muy ambicioso, para poder ir cerrando paulatinamente las centrales
nucleares de procedencia estadounidense cuando fueran cumpliendo su vida útil.
Se empezaron a construir varias centrales atomoeléctricas de tercera
generación, pero ya estaba planificada la construcción en el futuro cercano de
algunas otras de cuarta, mucho más potentes y con un ciclo cerrado de
reutilización del combustible de uranio. En un país que no tiene petróleo ni
gas y cuando ya asomaba en el horizonte el fin de la era industrial del carbón,
la decisión del Gobierno de Suárez era lo más cabal del mundo, porque las
energías renovables tendrían que ser complementadas con otras energías, porque
España tiene grandes reservas de uranio y porque nuestro país cuenta con una
planta de procesamiento en la provincia de Salamanca. Felipe González acabó con
aquel ambicioso plan de un plumazo y la izquierda, en general, aplaudió la
fechoría hasta con las orejas, “¿Nucleares? no gracias” decían por aquel
entonces los que ahora no encuentra usted ni debajo de las piedras para
pedirles cuentas. González cerró la central nuclear de Lemóniz, que estaba totalmente
terminada y solo a falta de la carga de combustible para empezar a funcionar,
una central atomoeléctrica que había costado muchísimo dinero y hasta muertos,
asesinados por la banda terrorista ETA. Pues bien, solo desmontar la central de
Lemóniz costó 250.000 millones de pesetas. En total la Moratoria Nuclear costó
cerca de un billón de pesetas de 1983, sin contar las estratosféricas
amortizaciones que todavía seguimos pagando. Tantas fueron las fechorías del
último gobierno de González que los españoles lo acabaron echando a gorrazos (pero, increíblemente, no por ésta) y
entonces llegó el PP de Aznar. Lo primero que hizo Aznar fue continuar con las
privatizaciones de todas las empresas públicas españolas rentables que ya había
iniciado González, y Las Eléctricas no fueron una excepción. “Con la
privatización de Las Eléctricas habrá más competitividad y bajará el recibo de
la luz”, fue la maravillosa frase que por aquel entonces pronunció Josep Piqué,
ministro de Industria y Energía del gobierno de Aznar. Todos sabemos dónde
acabaron enchufados González, Aznar y varios de sus ministros y ministras, en
lo que se dio en llamar “puertas giratorias”. Milmillonarias ayudas al carbón,
IVA del 21%, facturación por empresas distintas a las que producen y te sirven
la energía eléctrica. Estamos hablando del oligopolio privado y del entramado empresarial más
grosero de España, del negocio de unos cuantos listos a costa de las economías
familiares y de la industria de un país, estamos hablando, en fin, para decirlo de una vez, del
daño más grande que PSOE y PP han hecho a los españoles desde la Transición, por
eso hay una tarifa que no entiende nadie. Lo peor es que esto no se soluciona
ahora solo con medidas administrativas, con bajar impuestos que se subirán en
otros productos para compensar y que no se dispare el déficit, no se soluciona incluso
con la nacionalización. Revertir esta situación, además de voluntad política,
requiere programas industriales y decenios de inversiones y trabajos, un
esfuerzo enorme que la desaparecida UCD estaba haciendo antes de 1981 (golpe de
Estado contra Suárez). Cachis en diez, con la memoria.
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