domingo, 20 de junio de 2021

EL PROBLEMA DE LA ELECTRICIDAD EN ESPAÑA

 


Dejar pudrirse los asuntos sin darles solución nunca es bueno, pero, si del asunto que hablamos es el de la generación de energía para todo un país, en nuestro caso, de España, es muchísimo peor. Y sí, además de no dar solución al problema de la generación de energía, cometes otras fechorías que añades a la tarifa eléctrica, el hedor de la podredumbre ya no se puede esconder y lo inunda todo. Si algo de bueno tiene esta cuestión para el debate es que unos no pueden echar la culpa a otros de lo que está pasando, porque todos los partidos políticos son responsables en alguna medida de que en estos momentos España tenga que importar energía eléctrica y de que tengamos el recibo de la luz más caro de Europa, con las gravísimas consecuencias que eso tiene para los particulares y para las empresas, sobre todo para las industrias que necesitan grandes cantidades de energía eléctrica para funcionar. La buena memoria es un arma de destrucción masiva, así que cuando quieren destruir nuestra economía no debemos responder con azucarillos, hagamos memoria: En 1983 el Gobierno de Felipe González decretó la “Moratoria Nuclear”, una de las mayores pifias que cometió el personaje que para muchos ha sido un gran estadista. Recordemos que por aquel entonces España era la segunda potencia nuclear de Europa Occidental, solo por detrás de Francia. El Gobierno que presidía Adolfo Suárez había acometido un programa nuclear de generación eléctrica muy ambicioso, para poder ir cerrando paulatinamente las centrales nucleares de procedencia estadounidense cuando fueran cumpliendo su vida útil. Se empezaron a construir varias centrales atomoeléctricas de tercera generación, pero ya estaba planificada la construcción en el futuro cercano de algunas otras de cuarta, mucho más potentes y con un ciclo cerrado de reutilización del combustible de uranio. En un país que no tiene petróleo ni gas y cuando ya asomaba en el horizonte el fin de la era industrial del carbón, la decisión del Gobierno de Suárez era lo más cabal del mundo, porque las energías renovables tendrían que ser complementadas con otras energías, porque España tiene grandes reservas de uranio y porque nuestro país cuenta con una planta de procesamiento en la provincia de Salamanca. Felipe González acabó con aquel ambicioso plan de un plumazo y la izquierda, en general, aplaudió la fechoría hasta con las orejas, “¿Nucleares? no gracias” decían por aquel entonces los que ahora no encuentra usted ni debajo de las piedras para pedirles cuentas. González cerró la central nuclear de Lemóniz, que estaba totalmente terminada y solo a falta de la carga de combustible para empezar a funcionar, una central atomoeléctrica que había costado muchísimo dinero y hasta muertos, asesinados por la banda terrorista ETA. Pues bien, solo desmontar la central de Lemóniz costó 250.000 millones de pesetas. En total la Moratoria Nuclear costó cerca de un billón de pesetas de 1983, sin contar las estratosféricas amortizaciones que todavía seguimos pagando. Tantas fueron las fechorías del último gobierno de González que los españoles lo acabaron echando a gorrazos (pero, increíblemente, no por ésta) y entonces llegó el PP de Aznar. Lo primero que hizo Aznar fue continuar con las privatizaciones de todas las empresas públicas españolas rentables que ya había iniciado González, y Las Eléctricas no fueron una excepción. “Con la privatización de Las Eléctricas habrá más competitividad y bajará el recibo de la luz”, fue la maravillosa frase que por aquel entonces pronunció Josep Piqué, ministro de Industria y Energía del gobierno de Aznar. Todos sabemos dónde acabaron enchufados González, Aznar y varios de sus ministros y ministras, en lo que se dio en llamar “puertas giratorias”. Milmillonarias ayudas al carbón, IVA del 21%, facturación por empresas distintas a las que producen y te sirven la energía eléctrica. Estamos hablando del oligopolio privado y del entramado empresarial más grosero de España, del negocio de unos cuantos listos a costa de las economías familiares y de la industria de un país, estamos hablando, en fin, para decirlo de una vez, del daño más grande que PSOE y PP han hecho a los españoles desde la Transición, por eso hay una tarifa que no entiende nadie. Lo peor es que esto no se soluciona ahora solo con medidas administrativas, con bajar impuestos que se subirán en otros productos para compensar y que no se dispare el déficit, no se soluciona incluso con la nacionalización. Revertir esta situación, además de voluntad política, requiere programas industriales y decenios de inversiones y trabajos, un esfuerzo enorme que la desaparecida UCD estaba haciendo antes de 1981 (golpe de Estado contra Suárez). Cachis en diez, con la memoria.

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