Hace relativamente poco tiempo, en octubre de 2008, Satoshi
Nakamoto (seudónimo de un grupo de personas desconocido) publicó, a través de
Cryptography Mailing List, un artículo científico sobre las criptomonedas y el
protocolo sobre la que sería, según ellos, la solución a los problemas del
sistema monetario mundial contemporáneo, el Bitcóin. El 3 de enero de 2009 se
puso la operación en marcha y entonces el Bitcóin no tenía ningún valor, porque
no se cambiaba en ningún “exchanger”, aunque ya el 5 de octubre de 2009 New
Liberty Standard, el primer “exchanger” de Bitcóin, estableció un valor de
cambio de 0,0007 dólares por unidad Bitcóin, que era entonces el costo de la
electricidad necesaria para minar un Bitcóin. Pues bien, cuando escribo estas
líneas, y después de grandes oscilaciones durante el tiempo que esta
criptomoneda lleva en el mercado, el Bitcóin cotiza a nada menos (se lo voy a
poner en euros) que a 30.402,88 euros por unidad. Yo no recuerdo nada, a lo largo
de la Historia, que haya subido tanto de precio y lo más llamativo del asunto
es que el Bitcóin no está respaldado por ningún valor material, está respaldado
por el papel moneda de los Estados con lo que lo compran, que, hoy en día,
tampoco vale nada, solo la confianza que le queramos dar. Se trata, pues, de
algo muy parecido al timo de la estampita, pero en versión 3.0, aunque nos han
querido vender otra cosa. Pero, esta gigantesca estafa piramidal, al contrario
de la estafa piramidal que provocó la crisis financiera de 2008, no está
patrocinada por los bancos y los Estados a su servicio, sino que unos cuantos
tipos inteligentes y con muy pocos escrúpulos se dijeron: Si son los propios
Estados los que timan a sus ciudadanos ¿por qué no lo vamos a poder hacer
nosotros? Debemos recordar lo que sucedió con aquellas acciones que llamaban
tecnológicas, las “puntocom”, que tampoco estaban respaldadas por ningún valor.
Se compraban empresas, que solo eran un portal de Internet, por cifras
milmillonarias que a los pocos días se vendían por cantidades aún más
estratosféricas. La burbuja de las “puntocom” acabó pinchando, como acaban
pinchando todas las estafas piramidales, pero les sirvió a algunos para
aprender la forma de hacerse inmensamente ricos en muy poco tiempo y de
multiplicar mucho sus ya gigantescas fortunas.
Se trata de comprar cosas que no valen nada y de pagar mucho por ellas y
luego venderlas al siguiente inversor de la pirámide, otros millonarios e
inversores modestos también avariciosos. Usted hace eso todos los días sin
darse cuenta, cambiando el valor de su trabajo, que vale mucho, por papel
moneda que tampoco vale nada, la diferencia, ya lo hemos dicho, es que con el
Bitcóin los timadores son otros. En el caso del Bitcóin mantener el tinglado no
se hace a base de comprar políticos y economistas corruptos, tampoco el listo
tiene que comprar un bocadillo al que hace de tonto, como en el timo de la
estampita, esta criptomoneda necesita una gigantesca red de minado (se ha
tomado este nombre por analogía con el minado del oro) que se hace en miles de
ordenadores que operan sin cesar. El minado en sí es un gran negocio, pues por
cada nuevo bloque se ganan nada menos que 6,25 Bitcoins (ya hemos dicho a
cuantos euros se cambia cada Bitcóin). Ese es el bocadillo para el tonto que,
como en el tipo de la estampita, es otro listo. Para que usted se dé una idea
de la magnitud de lo que estamos hablando apuntaremos que el minado de Bitcóins
consumió el año pasado 1,16 teravatios de electricidad, o, lo que es lo mismo,
116.000 gigavatios, un gasto de energía eléctrica mayor que el de Países Bajos
¿Y cómo le queda el cuerpo si le digo que su ordenador posiblemente se esté
usando también para minar Bitcóins y encima la electricidad la paga usted? Los
listos cada vez son más listos y los millonarios más millonarios a nuestra
costa, y eso que nosotros no nos queremos aprovechar de ningún tonto ¿Le hemos
quitado la cuña a la base de la pirámide? Veremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario