Ni esta pandemia ni siquiera algo
tan grave como el cambio climático van a acabar con la Humanidad ni con la vida
en la Tierra, lo que sí puede acabar con la Humanidad y con toda la Biosfera es
una guerra nuclear donde estuvieran implicadas las grandes potencias, algo que,
en contra de la creencia de la mayoría de la gente, dista mucho de ser
imposible. Los aventureros, los provocadores, los países que históricamente han
demostrado muy pocos escrúpulos a la hora de realizar acciones militares, en
fin, los imperialistas, son capaces de cualquier acción que puede desencadenar
una guerra, a veces con la intención inequívoca de provocarla y otras por pura
imprudencia. Recordemos el incidente del acorazado “Maine” en la Bahía de la
Habana para declarar la guerra a España y arrebatarle Cuba, Puerto Rico,
Filipinas y Guam. Recordemos el incidente del Golfo de Tonkín para intervenir
en Vietnam. Recordemos la patraña de las “armas de destrucción masiva” para
intervenir en Irak, etc. A veces las acciones piratas provocan muchos muertos
civiles. Hay que recordar también lo que sucedió con el vuelo 007, de Korean
Air, que fue derribado por cazas soviéticos el 1 de septiembre de 1983, cuando
un avión de pasajeros fue utilizado como pantalla para cubrir las actividades
de espionaje de un avión militar, un RC-135, que pretendía obtener información
de las bases secretas soviéticas en la isla de Sajalín. El vuelo del “Jumbo”
Boeing 747-200, de Korean Air, con 240 pasajeros a bordo y con 29 miembros de
la tripulación, había partido de Nueva York y tenía como destino el aeropuerto
internacional de Gimpo, en Corea del Sur. El aparato seguía la ruta del Norte
(la Tierra es una esfera y la ruta del Norte es más corta que una ruta en línea
recta), había hecho escala en Alaska y desde allí se dirigía en vuelo
automático hacia Corea del Sur, pero, sin que los pilotos se dieran cuenta, se
desvió 500 kilómetros de su ruta. La defensa aérea soviética, que vigilaba las
actividades del RC-135 USA, recibió la orden de interceptar un eco radárico que
había penetrado el espacio aéreo restringido y que no respondía a las llamadas
de advertencia. Pues bien, el pasado miércoles 23 de junio un destructor británico, el
HMS Defender, se internó 3 kilómetros en aguas territoriales rusas en el Mar
Negro, a menos de 12 millas de la costa y cerca de Crimea. Al hacer el mando
del destructor inglés caso omiso a las reiteradas llamadas de advertencia para
que cambiara su rumbo, Rusia envió varios buques y varios aviones que hicieron
fueron de artillería ante la proa del destructor y arrojaron bombas en su ruta.
Los británicos negaron que se hubieran internado en aguas rusas, hasta negaron
el incidente, pero, hete aquí que un periodista de la BBC, Jonathan Beale, que
viajaba en el destructor, comunicó por teléfono desde el barco que habían
violado las aguas jurisdiccionales de Rusia a propósito. El grave incidente se
suma a la cadena de provocaciones que la OTAN lleva realizando contra Rusia en
el Caúcaso y en el Mar Negro, algunas que desembocaron ya en guerras, como la
aventura georgiana en Osetia del Sur y el apoyo de la OTAN al golpe del estado
de la Plaza de Maidán que desencadenó todo lo que ha pasado en Ucrania y en
Crimea. Los buques rusos no acosan a Reino Unido desde el Canal de la Mancha,
ni a los EE UU desde el Mar Caribe, es la OTAN, es la Sexta Flota, y son
exactamente los mismos que ya libraron contra Rusia la Guerra de Crimea
(1853-1856) los que, muy lejos de sus fronteras, van a meter el dedo en el ojo
al oso del Norte con acciones corsarias. Rusia no va a tolerar que nadie ponga en
cuestión su soberanía y que nadie robe una parte de su grande territorio
(algunos dijeron hace poco que las inmensas riquezas de Siberia no podían ser
solo de Rusia) y está dispuesta a todo para defender lo que es suyo. El viceministro
ruso de Exteriores, Serguéi Riabkov, advirtió que “de repetirse acciones
similares las consecuencias pueden ser muy graves”. Otras autoridades rusas
concretaron que si vuelve a suceder un incidente similar dispararán
directamente contra la nave intrusa. Un enfrentamiento de la OTAN con Rusia
implicaría directamente también a China, y derivaría inequívocamente en un
conflicto mundial donde los contendientes utilizarían armamento nuclear sin
ninguna duda. Lo de Hiroshima y Nagasaki no fue nada comparado con la destrucción
que pueden provocar los armas atómicas actuales (hay miles, mucho más potentes) y Rusia tiene sofisticados
vectores (Satán II, Bulava, y misiles hipersónicos con cabezas nucleares) que
pueden barrer del mapa medio mundo en pocos minutos. Como aviso para navegantes
imprudentes, Rusia comenzará en pocos días maniobras militares en el
Mediterráneo cercano al Mar Negro, donde intervendrán también cazas MIG-31K y
bombarderos TU-22 M3 desde la base aérea Jmeimin, en Siria, que pueden portar
misiles hipersónicos con cabeza nuclear, misiles muy difíciles de interceptar, que
vuelan a 10 veces la velocidad del sonido y con los que no cuenta Occidente. Es
muy peligroso bailar al borde del abismo.
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