viernes, 15 de noviembre de 2019

CARTA ABIERTA A S. M. EL REY


Señor: usted es perfectamente consciente de la grave situación en que se encuentra España, como lo somos muchos españoles: sin Gobierno, sin Presupuestos, con cuatro elecciones generales en los últimos cuatro años y con el chantaje de los independentistas pendiendo, cual espada de Damocles, sobre nuestras cabezas. La situación de inestabilidad política no es una singularidad de nuestro país, otros la han padecido en Europa durante decenios, como Italia, por ejemplo, y eso no ha tenido consecuencias dramáticas, pero no estaba en juego la desintegración del Estado. Es este ingrediente el que aporta un cariz distinto al problema de la gobernabilidad de España, un ingrediente que lo está mediatizando todo. No es la primera vez que, desde la Transición, nuestro país está bailando al borde mismo del abismo. En 1.977 la situación político-social y económica, con una inflación del 26,39%, eran tan graves que solo un acuerdo entre todas las fuerzas políticas y los agentes sociales, los Pactos de la Moncloa, pudo sacar el país adelante. Recordemos que aquel acuerdo se fraguó tras las conversaciones mantenidas por el entonces presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, con el entonces secretario general del Partido Comunista de España, Santiago carrillo. No fue fácil, porque mientras CC OO se sumó al pacto, UGT lo hizo a posteriori. La intervención de la Corona fue muy importante. En los últimos meses de 1.980 y primeros de 1.981 nuestro país se encontró otra vez al borde de la boca del pozo, un pozo negro del que había costado sangre, sudor y lágrimas salir. Los conspiradores trabajaban a destajo para descabalgar a Suárez del poder, mejor no entrar en detalles, solo apuntar que algunos de aquellos conspiradores, que no se han retirado del todo, siguen conspirando ahora para forzar salidas no democráticas a la situación, exactamente igual que hicieron entonces. Usted, majestad, estará perfectamente informado de todo esto y si no lo está pregúnteselo a su padre y vea luego los periódicos, no los de 1.981, los de ahora. Los independentistas catalanes se han echado al monte, no hacen ascos a cualquier tipo de actuación para destruir este Estado-Nación, el más antiguo de Europa, que llamamos España, incluidos los actos de sabotaje y de violencia. La seguridad ciudadana, la Ley y la Constitución ya no están garantizadas en Cataluña, es el propio Gobierno de la Generalitat el que se los pasa por la entrepierna y el que fomenta, financia y ampara el más grosero golpismo. Hay un acuerdo de Gobierno que no suma, tampoco sumaría un acuerdo entre los partidos de la oposición, y los independentistas catalanes se han erigido en árbitros de la situación merced a una Ley Electoral que les otorga unos privilegios muy poco democráticos pues, como usted sabe, con muchos menos votos que otras formaciones políticas de ámbito nacional, obtienen bastantes más escaños en el Congreso de los Diputados. No se puede ceder a su chantaje. ETA quería negociar con una pistola encima de la mesa y los independentistas catalanes quieren negociar con los CDR incendiando las calles. Los partidos políticos son presos de sus servidumbres, de sus intereses y de sus votantes y a veces el patriotismo está reñido con esas servidumbres. Yo no sé en qué puede desembocar lo que estamos viviendo, pero si sé lo que ya están intentando algunos, salidas antidemocráticas. Los españoles de a pie no tenemos autoridad moral para hacer llamamientos a la cordura, pero el Rey sí, por eso muchos republicanos convencidos pensamos en la utilidad temporal de esta monarquía y, en tanto en cuanto sea así, solo en tanto en cuanto sea así, la defenderemos.

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