Es una familia española como
cualquier otra, el se llama José y trabaja desde hace años en la hostelería,
hace unas trece horas diarias, aunque solo le pagan ocho; ella se llama María y
no tiene un trabajo fijo, lleva años enlazando contratos temporales aquí y allá
con salarios miserables; ambos viven en un pequeño piso en las afueras, donde
son mas baratos, pero tienen una hipoteca a 40 años para poder pagarlo. Entre
la letra del piso, la estratosférica factura de la luz, la comunidad y meter
algo en la nevera, casi no les queda para salir a dar una vuelta. Eso no tiene,
sin embargo, demasiada importancia, pues casi no se ven. María está embarazada,
dicen que dará a luz a finales de diciembre. Ya tienen preparada la cuna en una
humilde habitación con un pequeño calefactor, pues no se pueden permitir el lujo
de encender la calefacción. Lo que viene es un niño y ya han decidido que le
pondrán de nombre Jesús. José está seguro que su vástago sobresaldrá por su
animadversión hacia los mercaderes, los ricos y los fariseos y que será un gran
hombre, no porque el y su madre tengan tiempo para educarlo, sino porque el
abuelo, viudo y con las ideas muy claras, se encargará personalmente de la
tarea. El abuelo lo llevará a la escuela, el abuelo le dará la merienda y el
abuelo le contará cientos de historias edificantes, como si fuera su padre.
Parece una historieta bastante realista y muy probablemente bastante extendida, por desgracia. En una segunda entrega, le agradecería que ofreciese alguna solución que nuestra clase política castuza es incapaz de ver. Saludos.
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