El sábado 29 de octubre de 2.016
pasará a la Historia como uno de los capítulos mas negros de la democracia que
renació en España (aquí siempre ha sido efímera) tras la aprobación por el
pueblo español, en referéndum nacional, de la Constitución el 6 de diciembre de
1.978. Salvando las distancias, lo que he visto estos meses se parece mucho a
lo que se vivió en nuestro país las semanas que precedieron al golpe de Estado
del 23 de febrero de 1.981. Si tenemos en cuenta que el verdadero golpe contra
Adolfo Suárez no fue la cuartelada de Antonio Tejero y Milans del Bosch, sino
lo que le obligó a dimitir semanas antes, encontraremos muchas similitudes
entre los dos acontecimientos. Hasta las comparecencias públicas, entre casi
lágrimas, de Adolfo Suárez y Pedro Sánchez se parecen, con una diferencia importante: Suarez se
retiró de la política para siempre y a Pedro Sánchez todavía no le han dado la
puntilla.
Yo siempre he estado convencido de
que en España vivimos en una democracia tutelada por los poderes fácticos, que
no son solo los económicos. El paripé funciona siempre y cuando no se salga de
unos cauces bien marcados por ellos, que nada tienen que ver con la
Constitución ni con el poder del pueblo. Me hacen mucha gracia los que se
llaman a sí mismos “constitucionalistas” y no solo se pasan por la entrepierna
cosas cuasi sagradas, como el derecho al trabajo y a una vivienda dignos, son mas
golpistas que el caballo de Pavía. No exagero en absoluto, porque el golpe no
ha sido el cambio de parecer del PSOE, que los socialistas se echaran en brazos
de la derecha o que se cargaran de forma vil a su secretario general, eso ya lo
hemos visto en otras partes de Europa donde no peligra la democracia, el golpe
ha entrado en el Congreso de los Diputados con la vaselina que han
proporcionado los poderes no democráticos y la pléyade de totalitarios que,
llamándoselo a otros y con la coartada de la gobernabilidad, han calentado el
ambiente. Nunca había visto a los principales periódicos de este país coincidir
en su línea editorial, nunca había visto a personajes y articulistas de
variopintos pelajes opinar lo mismo, nunca había visto, en fin, a la
ultraderecha aplaudir al PSOE.
No nos equivoquemos, el golpe no
ha sido contra Pedro Sánchez ni contra Unidos Podemos, sino contra la
posibilidad de que hubiera siquiera una oportunidad de que en España surgiera
un poder no tutelado. Lo mismo sucedió con UCD, la ideología
de las víctimas es lo de menos.
Pero, la victoria de los
golpistas no ha sido total. El sábado hemos podido escuchar cosas tremendas en
el Congreso de los Diputados y no podrán evitar que eso se repita. Si dura fue
la intervención de Pablo Iglesias, mucho mas dura fue la del portavoz adjunto
de ERC, Gabriel Rufián, que no solo llamó traidores a los socialistas, les
arrojó a la cara la España real, esa de la que nunca hablan, la de esa madre de
51 años a la que le pagan 4 euros la hora fregando suelos y que llora ante el
espectáculo que le están sirviendo. Aunque uno no sintonice con los
independentistas, que no sintonizo, hay que reconocer que Rufián estuvo
magistral y que en solo cinco minutos dijo lo que la gente de la calle quería
decir a sus señorías.
Al tiempo que en el Parlamento se
consagraba la felonía, decenas de miles de personas se manifestaban en el
centro de Madrid. En Sol y sus calles aledañas no cabía un alfiler y los eslóganes
que se escuchaban eran mas corrosivos que el vitriolo. Ahora se entiende muy
bien porqué aconsejan a Pablo Iglesias que se dedique a “trabajar” en el Congreso
de los Diputados y que se olvide de la calle.
Rajoy tiene mayoría absoluta en
el Senado para frenar cualquier iniciativa, tiene aterrorizados a PSOE y
Ciudadanos ante la eventualidad de nuevas elecciones en mayo y puede sacar de
la manga decretos-leyes cuando los necesite. Además tiene a los poderes
fácticos. Pero, no va a tener la calle, ni las redes sociales, ni secuestrado
el futuro.
¿Alguien se imagina lo que habría
pasado si Unidos Podemos hubiera ganado las elecciones y/o llega al Gobierno?
Si no somos conscientes de que la soberanía popular hay que conquistarla (de
poco sirve que la garantice la Constitución) no habremos entendido nada.
He de reconocer que su comentario en esta entrada, al más estilo rapero de Pablo Sánchez, está muy bien para un mitin destinado a un auditorio de izquierda radical y populista.
ResponderEliminarEl caso es que que apela usted a determinados derechos que recoge la Constitución Española de 1978, en su Capítulo III (De los principios rectores de la política social y económica - artículo 39 al 52), como si fuesen derechos fundamentales, cuando se trata de derechos que deben orientar la definición de las políticas que emanan desde los poderes públicos (Ejecutivo, Legislativo, etc.) La diferencia es que la insatisfacción de esos derechos (familia, salud, trabajo, educación, formación, vivienda, etc)no pueden ser objeto de reclamación ante la Jurisdicción Ordinaria, como si ocurre cuando se conculquen los llamados derechos fundamentales. El tema no es baladí para cualquier especialista en materia de Dercho Constitucional, ni lo fue, en su día, para los ponentes del Texto Constitucional. Sólo el desconocimiento o el uso demagógico, puede amparar la invocación que se hace a esos derechos y el intento de ponerlos en pie de igualdad con los Derechos Fundamentales.
Sobre el resto de su comentario, no me voy a pronunciar, porque se limita usted a hacer una particular lectura de la historia democrática de los últimos 40 años en este país y, en particular de los hechos acaecidos la pasada semana en la investidura del Sr. Rajoy. Como comprenderá, yo no puedeo estar de acuerdo con el vitriólico discurso del Sr. Rufián, a quien no estaría demás recordarle que su partido (ERC) fue socio de gobierno de los socialistas en el tripartito que gobernó Cataluña. Claro que, como se trataba de socialistas catalanes, todo estaba mucho mejor que cuando se trata de socialistas de otros territorios de España.
En fin, Sr. JJJ Suárez. Para gustos, se inventaron los colores, ¿No crée?