Aunque, increíblemente, nadie
parecía prestar mucha atención a lo que estaba pasando en Filipinas, hace poco
mas de tres meses llegó al poder un personaje que va, ya lo está haciendo, a
dar mucho que hablar. Rodrigo Duterte entró en la presidencia como un elefante
en una cacharrería y nada mas tomar el poder en sus manos empezó a implementar las
medidas radicales para acabar con la corrupción y con el narcotráfico que había
prometido en la campaña electoral, en uno de los países mas podridos por el hampa
del mundo. No solo ofreció hasta 38.000 euros a los ciudadanos que delataran a
policías y militares implicados en el tráfico de drogas, dio carta blanca a la
Policía y al Ejército para luchar contra los narcotraficantes y les arengó diciendo
que si alguien los mete en la cárcel el mismo se encierra con ellos. En la
guerra que el presidente Duterte, porque es una auténtica guerra, ha desatado
contra el crimen organizado ya han muerto mas de 2.000 delincuentes y nada
menos que 670.000 se han entregado voluntariamente a las autoridades para no
correr la misma suerte.
Ante las críticas recibidas de
los EE UU, el presidente filipino no se cortó un pelo y sacando a relucir una
mala leche quizá heredada de los conquistadores españoles llamó “hijo de puta”
a Barack Obama, afeando al presidente norteamericano su prurito humanitario
para condenar a la Policía y el Ejército filipinos y ninguno para su policía y
sus Ejércitos.
La respuesta norteamericana llegó
con la retirada de inversiones, que en el último mes ha sido de mas de 400
millones de dólares, pero eso no era mas que el anticipo de lo que vendría
después.
A pesar de que Filipinas ha
tenido recientemente un serio contencioso con China sobre algunos islotes y sus
aguas jurisdicionales, que se resolvió a favor de Filipinas, el presidente
Duterte ha buscado un buen árbol para cobijarse a su sombra y no ha perdido el
tiempo en acudir a Pekín donde ha sido recibido por el presidente de la
República Popular China, Xi Jinping, con todos los honores. Las palabras de
Rodrigo Duterte en Pekín han sido inequívocas: “Vamos a depender de vosotros a
partir de ahora y sé que nos ayudareis como nosotros os vamos a ayudar” y
todavía dijo mas: “Iré a hacer una visita a Vladimir Putin y seremos tres
contra el mundo”.
A nadie se le escapa la importancia
del giro estratégico de Filipinas y todo el mundo es consciente del cabreo que
deben sentir los EE UU ante el desarrollo de los acontecimientos, no en vano
hicieron una guerra contra España para adueñarse de las islas (en 1.898 los EE
UU arrebataron a España Cuba, Filipinas, Puerto Rico y Guam), lucharon allí
contra los japoneses y mantuvieron una dictadura sangrienta y corrupta que
comía de su mano, la de Ferdinand Marcos, durante decenios.
Filipinas es un país muy
importante pero sin desarrollar por culpa de las oligarquías que han tenido siempre
el poder en sus manos. Mas de 102 millones de habitantes malviven en 7.017
islas ricas en recursos naturales. Pero, además de a las oligarquías y al
crimen organizado, sobre todo el que trafica con la droga y la prostitución,
los filipinos llevan muchos años padeciendo también al Frente Moro, la
organización yihadista mas oriental, filial de Al Qaeda.
Esas islas hermanas cuyos
habitantes ya casi no usan el castellano pero cuyos nombres y apellidos siguen
siendo españoles, ese país bautizado así en honor de Felipe II, esos ciudadanos
casi en las antípodas geográficas pero cercanos en el corazón, merecen mejor
suerte.
Después del despliegue del
sistema antimisiles de los EE UU en Japón, a China le ha tocado el gordo de la
lotería y sin haber comprado ningún décimo.
FOTOS: los presidentes de la RPCh y de Filipinas pasando revista a las tropas y soldados españoles de guarnición en Filipinas antes de la guerra de 1.898 contra los EE UU.
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