Una vez que Felipe González, el
exsecretario general del PSOE y expresidente del Gobierno, ahora lobbysta y
multimillonario gracias a las “puertas giratorias”, diera el pistoletazo de
salida para el golpe interno llamando públicamente mentiroso a Pedro Sánchez,
la conspiración que llevaba bastante tiempo preparándose ha triunfado. En ella,
en santa alianza, se han unido desde la
presidenta andaluza, Susana Díaz, cuya ambición parece no tener límites, hasta
otros barones regionales también mas interesados en pactar con la derecha que
con la izquierda. El PSOE ha perdido el contacto con la realidad social de
España, incluso despreciando a sus militantes y votantes, como les ha sucedido
y les está sucediendo a otros partidos socialdemócratas a lo largo y ancho de
Europa.
Hay unas causas muy claras que
han provocado los efectos que estamos viendo: la progresiva derechización del
PSOE con la implementación de las mismos ajustes económicos y sociales, la misma
política fiscal, la misma política exterior, etc, que la derecha que representa
el PP no tuvo coste alguno hasta que no apareció en escena Podemos. EL PSOE era
la otra cara de la misma moneda, una moneda que se había acuñado para que todo
siguiera igual y continuaran mandando los de siempre. Pero, el paripé se vino
abajo con la crisis, con los indignados del 15M y con los que supieron transformar
el cabreo de muchos españoles en un movimiento político.
Durante la Transición, e incluso
antes, el PSOE había sido financiado con el dinero del SPD alemán y el Partido
Laborista de Israel, incluso el Gobierno de la UCD destinó un fondo de reptiles
para financiar al PSOE. Se trataba de potenciar y hacer crecer un partido que,
aunque había sido fuerte en los años 30 del siglo pasado, a la muerte de Franco
lo constituían cuatro amigos sevillanos y poco más. Lo que de verdad daba miedo
al poder, exactamente igual que ocurría en Italia con el PCI, era el PCE, una organización potente, disciplinada, ideologizada y que había
llevado el peso de la lucha contra la dictadura. En Italia asesinaron al primer
ministro democristiano, Aldo Moro, que quería pactar con los comunistas el “compromiso
histórico”, pero en España fue suficiente con potenciar al PSOE y así conseguir
la minimización del PCE. Por aquellos años se hizo común la expresión “el
pesebre” para designar una operación de captación de cuadros comunistas para el
PSOE. Se sorprendería mucha gente si supieran la cantidad de antiguos
comunistas que se vendieron, no por un plato de lentejas, sino por un buen
cargo y un buen lugar en las listas electorales socialistas. La operación “Nueva
Izquierda” fue una forma de captar cuadros del PCE de una tacada, pero hubo
otras, como saben bien en Perlora. Pero, al PSOE también llegó gente procedente
de otros partidos, desde la extrema izquierda, como Bandera Roja o el
Movimiento Comunista, hasta de UCD e incluso de AP, el partido de Manuel Fraga.
El presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, por ejemplo, dio sus
primeros pasos en política en Alianza Popular. Todos tenían algo en común,
utilizar al PSOE como plataforma de promoción personal y de forma de vida. Tarde
o temprano eso tenía que estallar y no ha sido casualidad que fuera
precisamente cuando Unidos Podemos ha arrebatado al PSOE la mitad de sus
votantes y no cuenta solo con un puñado de diputados, como tenía IU, sino con 71.
Una fuerza política importante con un discurso político a ras de suelo y con
alternativas de verdadera izquierda ha hecho saltar por los aires las contradicciones
que estaban larvadas en el PSOE mientras hubo cargos para todos.
Aún no hemos visto el final de
esta película y yo no me atrevo a pronosticar cual será, pero el PSOE va a ser
muy difícil que vuelva a ser el partido hegemónico de la izquierda, no tanto
por culpa de Unidos Podemos, que también, como por el cóctel explosivo que
anida en su interior y porque algunos de los que han mantenido engañada a tanta
gente durante tanto tiempo, como Felipe González, han enseñado al fin su
verdadera cara.
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