Porque, no nos equivoquemos, no
se trata de enviar fuerzas a combatir a Siria o a Irak, allí ya están
solucionando el entuerto tramado por Occidente y los regímenes feudales árabes los
rusos y sus aliados, que están dando a los asesinos del ISIS hasta en el cielo
de la boca, se trata de enviar tropas a Libia, para intentar solucionar el
grave error cometido, y de paso a varios países subsaharianos adonde, desde
Libia, se ha extendido la infección yihadista. Será después de las elecciones,
naturalmente, aunque España ya tiene tropas en Mali.
El tiempo, ese juez insobornable,
ha dado la razón a IU, que tuvo muy claro desde el principio la peligrosidad de
los mercenarios yihadistas y que no se podía compadrear con ellos en
aventuras imperiales, y se la volverá a dar cuando veamos las consecuencias del
pacto, pérdida de libertades constitucionales y envío de tropas a una guerra
donde la lucha contra los fanáticos del Estado Islámico converge con el apoyo
al imperialismo francés en África, que viene de muy antiguo.
Habrá un nuevo “No a la Guerra”,
pero en él no estarán los socialistas, que lo utilizaron en su día como arma
electoral contra el PP, pero que luego no tuvieron ese prurito antibelicista en
Afganistán y en Libia, y no sabemos si estará Podemos, que asistió a la
reunión de los pactistas como “observador”, porque la indefinición y la ambigüedad
son consecuencia de unos principios políticos, por decirlo de forma caritativa,
heterodoxos. Eso sí, en ese frente cívico estará IU y la gente cabal,
independientemente de su ideología política.
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