Ya estamos inmersos en plena
campaña electoral y otra vez asistimos, no a debates y propuestas serias, sino
al circo que ya hemos visto otras veces, con triples saltos mortales con
tirabuzón dialécticos, piruetas inverosímiles para esconder las mentiras y mil
y una payasadas. Eso sí, ninguno de estos políticos de pacotilla, pues no veo
ningún estadista en el horizonte, se va a subir al trapecio, sin red, naturalmente.
Llama mucho la atención que, a
pesar de ser el paro la mayor preocupación de los ciudadanos, los candidatos
están poniendo el acento en otros asuntos, como en bajar los impuestos y
algunas otras cosas que ya se habían prometido en la campaña de las generales
del 2.011, pero que luego no se cumplieron en toda la legislatura. También es
significativo que nadie hable de la Deuda, que se ha incrementado en 350.000
millones de euros desde que gobierna Rajoy, y que ya alcanza el 100% del
Producto Interior Bruto. Esa cifra brutal, que tendremos que pagar todos, y
también nuestros hijos y nuestros nietos, y que lastra como una losa el crecimiento
económico, no parece preocupar demasiado a los partidos políticos.
Pero, el asunto tabú en los
debates y en las propuestas es el verdadero problema mas importante que tenemos
en este país: la economía sumergida y el fraude fiscal, que ya alcanzan cotas
que están poniendo en serio peligro la capacidad de recaudación y, en
consecuencia, el cuadre de todas las cifras macroeconómicas de los
Presupuestos. No se va a poder reducir ningún impuesto, sin aumentar el déficit
y la Deuda, claro, si no se entra a saco en la gigantesca bolsa de fraude que
hay en España. Nadie parece estar por esa labor.
Mientras en España se puedan
defraudar a Hacienda hasta 150.000 euros sin que esto sea delito, mientras en España
se puedan cobrar toda clase de servicios sin emitir factura con IVA, mientras
en España, en fin, se pueda emplear gente sin contrato o hacerla trabajar el
doble de horas de las que dice el contrato basura, la economía sumergida y el
fraude fiscal seguirán campando a sus anchas. Lo peor es que no son los que mas
ingresos tienen los mas afectados por este grave problema, sino los que tienen
una nómina, los trabajadores, a los que la Administración tiene cogidos por la
entrepierna y ya les cobra por la mano, y por adelantado, los impuestos.
Mucha gente se preguntará porqué
nadie se mete con la economía sumergida y el fraude fiscal. Que lo haga la
derecha puede parecer compresible, pues tiene un importante nicho de votos entre
muchos profesionales y empresarios que no cumplen con sus obligaciones fiscales,
pero que también lo haga la izquierda da que pensar. Todo se resume en que,
entre unos y otros, han construido un país que se vendría abajo si se hiciera
cumplir la Ley y si se entrara a saco contra el fraude. En efecto, son millones
de personas las que viven en España en una economía paralela, en otro mundo
económico, que si se regularizara provocaría una hecatombe. Eso tiene unos responsables
y unas consecuencias gravísimas para nuestra economía y para nuestro futuro,
por eso no nos hablan de ello en la campaña electoral y por eso no tienen
ninguna intención de corregirlo, no con miles de inspectores de Hacienda y de
Trabajo, sino con unas leyes y un Código Penal lo suficientemente duros para
disuadir.
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