
La famosa Autopista del Mar, como
otras iniciativas desastrosas, fue muy explotada por Areces en su beneficio,
aunque no impidió la derrota electoral de los socialistas ante Foro Asturias. Conviene
tirar de hemeroteca para ver las cosas que decía el ahora senador y, si no
fuera por lo caras que nos están saliendo sus bromas, reírnos a mandíbula
batiente.
Los que conocen la realidad industrial
asturiana, y su verdadera dimensión y potencialidad, sabían perfectamente que
el tráfico marítimo a través de El Musel, si exceptuamos los graneles sólidos de
carbón y mineral de hierro para Arcelor-Mittal, seguiría siendo escaso. Por eso
crear falsas expectativas era de irresponsables o de los que son capaces de
cualquier cosa con tal de obtener réditos políticos cortoplacistas.
Con el nuevo Gobierno socialista volvió
la euforia, tanto es así que en enero del 2.012 la Autoridad Portuaria de Gijón,
que ya estaba presidida por Rosa Aza, nombrada por el Gobierno de Javier
Fernández en sustitución de Emilio Menéndez, que había sido nombrado por el Gobierno
de Francisco Álvarez-Cascos, barajaba la nueva licitación de una segunda rampa
roll on-roll off (carga rodada). La nueva instalación estaba vinculada a la
entrada en servicio de un segundo barco de la naviera LD Lines, que ya unía
Gijón y Nantes. La inversión prevista era de más de 3,5 millones de euros. Pero,
mientras la comedia se representaba en el escenario, entre bambalinas sucedían
cosas bien distintas. La UE había autorizado la concesión de una subvención de
30 millones de euros a la línea, 15 que pagaría España y 15 Francia, a los que
hay que sumar otros 4,2 millones de euros de las arcas comunitarias procedentes
del programa Marco Polo. Las condiciones que Bruselas ponía a las ayudas eran
que la línea realizara cuatro salidas semanales en cada sentido y siete salidas
semanales entre el tercer y quinto año. A día de hoy ni siquiera se ha cumplido
la primera parte del compromiso, y la línea ya se da por desaparecida, pero el
consorcio que la gestiona, integrado por la naviera francesa Louis Dreyfus y la
española Suardíaz, sí que han cobrado las subvenciones.
Unos pocos se han beneficiado del
tinglado, con la complacencia de algunos políticos, mientras los sufridos
ciudadanos, como tantas veces, nos hemos quedado con cara de tontos. Evidentemente,
no solo hay piratas en el Caribe.
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