
A pesar de que España es uno de
los países de la UE con los impuestos mas altos y los salarios mas bajos, el
FMI, el mismo que, con sus recetas, llevó a muchos países de América a la ruina,
pide otra vuelta de tuerca que, por supuesto, no será la última. En concreto
nos han dicho que se deben subir los productos de IVA reducido, que son,
fundamentalmente, los alimentos y otros productos básicos, bajar, aún mas, los
salarios, mayor facilidad para el despido y bajar los impuestos y las
cotizaciones de las empresas. Blanco y en botella, otro trasvase de capital de
los trabajadores a los empresarios que, recordémoslo, fue la causa de la
crisis. Como no saben lo que es el pudor y la vergüenza, también piden que se
perdonen las deudas a las empresas, o, mejor, dicho, que sea el conjunto de ciudadanos
los que las paguen.
El presidente Rajoy, como en su
día hizo Zapatero, necesita una coartada para seguir dando aceite de ricino a
los españoles. Me lo exigen desde fuera, nos dirá.
Sin embargo, la situación
política en España ha dado un importante giro y muchos ciudadanos han votado a
la izquierda emergente, pues han asumido que ningún riesgo es mayor y
difícilmente pueden ir a peor de lo que ya están viviendo.
Nunca en la Historia, como ahora,
el poder de los Estados y de los Gobiernos estuvo tan minimizado, nunca las
grandes corporaciones y la banca, como ahora, dictaban tan groseramente lo que
se debía hacer, nunca, en fin, como ahora, el FMI se atrevió a tanto. El
capitalismo internacional tiene también los instrumentos de presión para
obligar a los Gobiernos a hacer lo que le interesa, elevando primas de riesgo,
restringiendo el crédito, etc. Pero, nunca como ahora el mundo ha sido tan
multipolar. Al acabar la Segunda Guerra
Mundial, por ejemplo, EE UU tenía el 75% del PMB (Producto Mundial Bruto), en
los años 70 del siglo pasado había bajado al 50%, en el año 2.000 era de un 23%
y ahora está en torno al 18%. Mientras, China se ha convertido ya en la primera
potencia económica mundial.
Poner a la gente, y a los Estados, entre la espada
y la pared no es muy prudente.
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