
España no es un país
mayoritariamente monárquico y tampoco lo era cuando el general Franco designó a
D. Juan Carlos como sucesor. El Rey tuvo como mayor enemigo a lo que entonces
se denominó el “Bunker”, la derecha franquista, que nunca lo vio con buenos
ojos, y fue precisamente la izquierda, incluido el PCE, quien lo apuntaló, para
que pudiera lidiar con los militares mientras Adolfo Suárez hacía la
Transición. Es decir, los verdaderamente republicanos, y no los que defendían
la “democracia orgánica” del “Reino de España”, fueron los mayores defensores
de la monarquía. Pero aquellos eran otros tiempos y había otros líderes, que
tenían muy claro donde estaban las prioridades y cuáles eran los instrumentos
en los que debían apoyarse para conseguirlas.
No cabe duda de que una
república, al menos en teoría, es mas democrática y mas justa que una
monarquía. El carácter hereditario de una institución, que el Rey esté al
margen de la Ley, o que el varón prevalezca sobre la mujer y el primogénito
sobre el benjamín son cosas que chirrían en pleno siglo XXI y que van contra el
sentido común y el espíritu mismo de nuestra Carta Magna donde se dice que no
puede haber discriminación por sexo o por edad.
Pero, después de dejar muy clara
mi opinión al respecto, pienso que en la actual coyuntura social y política los
líderes de la izquierda deberían tener la misma clarividencia y altura de miras
que tuvieron sus compañeros y camaradas en la Transición. Los españoles tenemos
ante nosotros retos enormes y problemas gravísimos. Con casi seis millones de
parados, una corrupción generalizada y con nuestra deuda llegando al 100% del
PIB, hay asuntos que deben tener prioridad sobre el debate monarquía-república.
No podemos permitirnos el lujo de distraernos. Por si estas no fueran razones
suficientes para no abrir mas frentes que debiliten la aplicación de la fuerza,
dentro de poco tiempo España, un Estado que costó sangre, sudor y lágrimas
forjar y que tiene ya 500 años, correrá serio peligro de desmembrarse o de
convertirse, si los nacionalistas catalanes logran que se modifique la Constitución
a su antojo, en un país donde solo habrá café para algunos, que gozarán,
además, de un trato fiscal de privilegio. Sinceramente, ante eventualidades
así, me ofrece mas garantías Felipe VI de jefe de Estado que un presidente que
quizá no fuera siquiera el del Gobierno.
Permítame usted parafrasear a Deng
Xiaoping, el gran dirigente chino: “qué importa que el gato tenga sangre azul
si caza ratones”. Eso sí, deberá demostrar que es capaz de acabar con los “roedores”,
porque, en esta España, aunque el Rey no gobierne tiene que ser protagonista
en la defensa de los derechos de todos, no nos sirve una figura decorativa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario