Los 27 ministros de Interior de la UE se han reunido en Bruselas para intentar evitar, por casi todos los medios, una crisis migratoria en Europa como la vivida en 2015 con los refugiados sirios. Como admiten que no van a ser capaces de evitarla por completo, algunos ministros de algunos países, entre ellos Marlaska, han intentado cerrar un acuerdo de cuotas, es decir, que los miles de refugiados afganos que van a llegar se repartan entre los 27 países miembros. Sin embargo, este acuerdo no ha sido posible por dos razones: Austria y los países del Este han dicho que nones, que no tienen la menor intención de recibir refugiados, y porque a finales de este mes de septiembre, exactamente el día 26, hay elecciones generales en Alemania y el 10 de abril del próximo año será la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Francia. Así que los países con gobiernos más buenistas, póngase usted en lo peor, serán los que acojan a más gente. Algo pasa con Mary, digo, con las elecciones, para que haya tanto pánico a otra crisis migratoria en plenos comicios. Quizá no es cierto todo lo que nos han estado contando, la gente lo sabe, y puede obrar en consecuencia. En Alemania la derecha moderada de la CDU y sus aliados bávaros (no tan moderados) de la CSU han sido capaces de evitar una alianza SPD- Die Linke-Verdes incluso teniendo que gobernar con los socialdemócratas, pero Merkel ya no se presenta y el candidato de la CDU, Amin, Laschet, no tiene, más bien al contrario, tirón electoral y hay un miedo terrible a un descalabro de los cristianodemócratas en beneficio de la ultraderecha, porque gestionar unos resultados en los que no se quiere ni pensar sería extremadamente difícil. Peor aún es lo que sucede en Francia: la popularidad de Macron (el candidato de los poderes fácticos y la banca judía) ha caído en picado y la izquierda está destrozada y sería un milagro que levantara cabeza hasta el punto de poder formar gobierno. En Francia la única alternativa creíble a Macron es la ultraderecha de Marine le Pen y todo el mundo sabe lo que opinan los del FN de la inmigración irregular masiva y de los refugiados, que han llevado a muchas ciudades de Francia a una situación límite. Lo que no sabe mucha gente fuera de La Galia es que la ultraderecha francesa también es contraria a la UE y es más que probable que sacaría a Francia de la Unión, provocando su desintegración. La suerte que tiene Macron es que en Francia las elecciones presidenciales son a dos vueltas y el presidente francés confía en una alianza electoral variopinta, incluso contra natura, que lo mantenga en el poder y evite la llegada al Elíseo de Marine le Pen. Así que lo que han decidido los ministros de interior de la UE, y ha aceptado la Comisión, es dar 6.000 millones de euros a los talibán, con la premisa de que deben ser buenos, y regar con miles de millones de euros a países limítrofes de Afganistán, como Pakistán, también muy demócratas ellos, para evitar un éxodo masivo de refugiados afganos. Naturalmente, todo ese dinero no lo va a sacar Úrsula von del Leyen de su bolsillo, saldrá de los impuestos de los sufridos ciudadanos de la UE, los mismos que han pagado ingentes cantidades de dinero a los señores de la guerra en Libia o a Erdogán para que mantenga a tres millones de refugiados sirios en Turquía. Cuando revuelves avisperos corres un muy serio riesgo de que las avispas te piquen. Y entonces llegaron las elecciones.
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