Australia es el segundo país del
mundo, solo por detrás de Israel, proporcionalmente más armado a su número de
habitantes; su Marina también es poderosa, recordemos, por ejemplo, los dos
buques de proyección estratégica que la empresa pública española, Navantia, le
vendió, los “Canberra” y “Adelaide” y los tres destructores que Navantia
construyó en Australia, clase “Hobart”, basados en las fragatas de diseño
español de la clase F-100. Por si con esto no tuvieran suficiente, los
australianos suscribieron un contrato con Francia para el suministro de doce
modernos submarinos de ataque. Estos submarinos estarían basados en los de
la clase “Barracuda” de la Armada francesa, pero tendrían propulsión
diésel-eléctrica en lugar de nuclear. Estamos hablando, como apuntamos al principio, de un contrato de 66.000
millones de dólares. Pues bien, al mismo tiempo Australia también quería
comprar más fragatas y España estaba muy bien situada para proporcionarlas por
los contratos anteriores de Navantia que ya hemos mencionado. Pero, hete aquí,
que presiones de Reino Unido y de EE UU hicieron que Australia se decidiera por
fragatas británicas, perdiendo así España un contrato de 20.000 millones de
euros (de esto se habló muy poco en España, tanto desde el Gobierno como desde la encantadora oposición) Minusvalorar la influencia de la Commonwealth y los navajazos traperos
de nuestros “aliados” es un grave error, solo hace falta ver como EE UU ha
reconocido, en contra de la ONU, la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental y como está armando hasta los dientes a Mohamaad VI con sistemas de
armas de los que España carece.
EE UU, Reino Unido y Australia
has suscrito una “Alianza de Seguridad y Cooperación para el área
Indo-Pacífico” a la que le han dado el nombre de AUKUS. En Román Paladino, se
trata de una alianza militar contra China. En general, para diferenciar a los
buenos de los malos hay que ver quién juega en su casa y quién va a meter la
pezuña a miles de kilómetros de la suya. Y una de las consecuencias de esta alianza ha sido la
rescisión del contrato de los submarinos franceses y que EE UU va a vender a
Australia ocho submarinos de ataque nucleares por el mismo precio. EE UU ha vuelto
su mirada estratégica hacia el Pacífico y Europa le importa una mierda, como es
evidente. De los británicos, que ya han abandonado la UE, e incondicionales de los yankees, ya, ni hablamos.
Francia no tomó buena nota cuando los EE UU la engañaron con el sistema ECHELON, este sistema anglosajón,
donde también participan Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda,
intercepta y analiza más de tres mil millones de llamadas de teléfono, correos
electrónicos y comunicaciones de todo tipo en el mundo soslayando la soberanía
de los Estados. Cuando Francia protestó le dijeron que se trataba de un
instrumento de la lucha contra el terrorismo, pero, cuando los franceses
hicieron una propuesta de contrato falsa a India para suministrar 100 aviones
Airbús y a los pocos días India recibió una propuesta a la baja de 100 aviones
de Boeing, los galos cayeron de la burra. La portavoz del Ministerio de
Exteriores de Rusia, María Zajárova, con encantadora ironía, ha recordado ahora
a Francia cómo los galos anularon el contrato de dos buques de proyección
estratégica de la clase “Mistral”, que Rusia ya había pagado por adelantado a
Francia, por presiones de EE UU. Claramente, Europa se está equivocando de
aliados, y este error nos está saliendo carísimo a los europeos. Y vosotros,
franceses, hasta les habéis regalado la Estatua de la Libertad. “El crimen llevaba
preparándose desde hace 18 meses y ahora nos hemos enterado”. Así de enfadado
está el embajador francés en Australia, Jean-Pierre Thebault, que ha sido
llamado por París a consultas.
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