Cuando decaiga el uso de las
mascarillas volverá la gripe con el frío, como siempre ha sucedido, pero ahora
hay dos diferencias: no sabemos qué efecto sobre el virus de la gripe pueden
tener las vacunas contra el Covid-19 y no sabemos si, después de dos inviernos
sin gripe, hay una dramática disminución de los anticuerpos en las personas que
nos puede dejar en una situación muy vulnerable ante la vieja conocida con una
nueva cepa. Recordemos que, en el año 2018, en una situación normal, con una
gran parte de la población más vulnerable vacunada contra la gripe, hubo en
España nada menos que 15.000 muertes causadas por las infecciones que provocó.
Y estamos hablando de que la población tenía un recuerdo de anticuerpos del
invierno anterior que, aunque sea ante una nueva cepa, inmuniza bastante. Dos son
las similitudes más importantes que nos interesan a nosotros entre el
SARS-CoV-2 y el virus de la gripe (Influenza): La primera, que los dos causan enfermedades
respiratorias que, en el peor de los casos, pueden acabar en neumonía, que
pueden agravarse y provocar la muerte de los enfermos. La segunda, que tienen
una manera similar de transmitirse mediante pequeñas gotas. Así que la manera
de protegerse de estos dos “primos hermanos” es exactamente la misma: higiene
de las manos, cubrirse cuando se estornuda, toser sobre la cara anterior del
codo y el uso de las mascarillas. Sí, ya sé que nunca hemos usado mascarillas
para protegernos de la gripe y que no parece cabal seguir usando las
mascarillas indefinidamente, pero, yo soy de la opinión de que, como no sabemos
el efecto que tendrá una nueva cepa de la gripe sobre las personas
deficientemente inmunizadas, un efecto que podría ver minúsculo o devastador,
lo prudente sería vacunarse todos de la gripe o, en su defecto, seguir usando las
mascarillas y las medidas de protección a las que el Covid-19 nos ha obligado a
acostumbrarnos. Ustedes mismos.
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