Yo no tenía ninguna expectativa sobre la comparecencia de la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, en el Congreso de los Diputados para decirnos qué piensa hacer el Gobierno de España sobre las continuas subidas del recibo de la electricidad, subidas que están poniendo en grave peligro muchas economías familiares, a muchos comercios y empresas y que están tirando hacia arriba de la inflación de una forma más que preocupante. Ya sabíamos que ni nos iba a desglosar, de forma entendible, las partidas, que no nos iba a decir porqué se ha llegado a esta situación y que no iba a tomar ninguna medida eficaz para revertirla, entre otras cosas porque las medidas eficaces para revertir la situación pasarían por la renacionalización y por un nuevo programa de inversiones en sentido muy distinto a lo que hizo Felipe González, por ejemplo, cuyos resultados no veríamos hasta dentro de veinte años, como mínimo. Así que la ministra Ribera, de cuya ineficacia los asturianos podemos dar fe, ha hecho lo que los políticos siempre hacen cuando no son capaces de resolver un problema, crear una comisión, creando una comisión quizá piense la ministra que las culpas y responsabilidades de no encontrar soluciones podrán estar más repartidas. A mí me gusta aterrizar para enterarme de las cosas, porque viviendo en otra galaxia, que es lo que suelen hacer los políticos, no te enteras de nada. Así que hace unos días tuve una muy instructiva conversación con un viejo amigo, camarada de afición, responsable en una empresa de congelados y cuando me contó lo que pagaban hace un año de electricidad y lo que pagan ahora tomé conciencia, por si todavía no la tuviere, de a lo que nos enfrentamos. El gravísimo problema de las empresas electrointensivas, algunas estratégicas para nuestra región y para España, ya ni lo mentamos. Venimos comentado desde hace un tiempo que el peligro de la hiperinflación asomaba las orejas, en España y en todos los países dependientes de los bancos centrales que han estado imprimiendo dinero fiat, papel moneda sin respaldo de valor, pero, para que tengamos la tormenta perfecta, las materias primas han empezado a subir, sobre todo los hidrocarburos, y en España tenemos el añadido de las continuas subidas de la factura de la luz. "Tiemblo solo de pensar que me entre un okupa en casa cuando estoy ausente y que me encienda la vitrocerámica", es un chiste que se cuenta estos días. Reírse, para no llorar. La inflación oficial en España en agosto se ha situado en el 3,3%, pero mucho me temo que la real esté en torno al 5%, y aún no hemos visto nada. Si el Gobierno no es capaz de controlar la inflación, cosa muy difícil, porque el Ejecutivo español tiene pocas herramientas en sus manos para hacerlo (ni puede subir los tipos de interés ni retirar dinero del mercado) los españoles vamos a pasar por muy graves dificultades. Mientras estas cosas suceden, la oposición ha encontrado un buen filón para atacar al Gobierno, porque una cosa son las opiniones subjetivas sobre un asunto, cada formación política puede tener su opinión, y otra muy distinta los números, la factura de la luz que pagamos es un dato objetivo, un dato objetivo que hace mucho daño. Así que el PP y su líder, el Sr. Casado, pueden dedicarse a contarnos lo que ellos harían si estuvieran en el Gobierno, es decir, lo que no hicieron cuando estaban dedicados a lo de la Gürtel, y los de UP, atrapados por sus propias declaraciones cuando ni de coña pensaban gobernar, manifestar que lo que hay que hacer es topar los precios de producción de hidroeléctricas y nucleares, es decir, que no nos cobren las patatas al precio de los cien gramos de jamón ibérico. La medida en principio parece razonable, y la intención parece buena, pero, solo lo parecen, porque limitar el precio de las energías más baratas sería desincentivar su uso y cargárselas. Los comunistas chinos, desde Deng Xiaoping, se dieron cuenta hace tiempo que las leyes del mercado, leyes capitalistas al fin y al cabo, pueden ser muy útiles si están bajo control del Estado y que no por eso dejan de ser menos comunistas, aunque sean menos marxistas. De la misma manera que topar los alquileres, en vez de defender a los propietarios de impagos okupaciones y destrozos, no sería una buena idea para bajar el precio del alquiler en España, topar la producción eléctrica más eficiente y barata tampoco. En fin, que Dios nos coja confesados con la que nos espera y con el nivel de nuestros políticos. A mí me enseñaron hace mucho tiempo lo importante que es la profesionalidad, que hasta para barrer bien hay que ser un buen profesional, y tener como ministras de Transición Ecológica o de Defensa a juristas, en vez de a una ingeniera o a un Gutiérrez Mellado, es muy poco profesional.
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