Si algo de nuevo hay en esta
campaña para las elecciones autonómicas catalanas del 14F son las expectativas
electorales de Vox, que espera pescar, como ya hizo a nivel nacional, en el
nicho de electores del PP, pero, sobre todo, en el nicho de electores de
Ciudadanos que, tras la marcha de Inés Arrimadas a Madrid después de haber
ganado las elecciones en Cataluña, se va a pegar ahora un gran batacazo. Es
decir, estamos hablando de una nueva redistribución del voto, una
redistribución que es seguro que va a haber en el espectro político de los no
independentistas y que no tengo claro de que la haya, al menos no tan acusada,
en el mundo independentista. En un escenario político donde la esquizofrenia
reina, factores exógenos también van a influir en el resultado de estas
elecciones, factores como las nuevas revelaciones de Bárcenas o el efecto Illa.
Yo tengo claro que el culebrón Bárcenas va a perjudicar al PP, que había subido
sus expectativas electorales en Cataluña, por ejemplo, gracias a la buena
gestión del otra vez alcalde de Badalona, Albiol, pero, dudo mucho que
Illa vaya a obtener el magnífico resultado que adelantan algunas encuestas y
eso va a depender de la evolución de la pandemia y de las ayudas directas a
algunos sectores, especialmente a la hostelería y a los autónomos en general.
El partido de Abascal irrita mucho a los independentistas, los irrita porque
saben que las cosas que les decían los de Ciudadanos en el Parlament no van a
ser nada comparadas con las cosas que les van a decir los de Garriga (el “negro
de Vox”, de madre ecuatoguineana pero, tiene guasa la cosa, tan racista y
xenófobo como sus compañeros de partido). Así que por un lado tenemos al
partido fascista de ámbito nacional, Vox, y por otro tenemos a los partidos
independentistas, que tienen muchos rasgos comunes o que no se diferencian en
casi nada de los partidos fascistas. Sí, ya sé que los dirigentes de Vox dicen
que no son fascistas, pero, si defiendes la dictadura franquista, vas al
Congreso de los Diputados a proponer un “Gobierno de salvación nacional” al
margen de las urnas y de la mayoría parlamentaria y si dices que los que envían
cartas al Rey pidiendo un golpe de Estado y comentan que “habrá que fusilar a
26 millones de hijos de puta” “son de los nuestros” eres un fascista; otra cosa
son los millones de votantes de Vox, a los que no voy a meter en este mismo
saco. Tampoco, por supuesto, los independentistas catalanes se consideran
fascistas, al contrario, como el nacionalismo bávaro, el nacionalismo flamenco
y los nacionalistas de la Liga Norte italiana, se consideran otra cosa.
“Guardaos de los falsos profetas, por sus actos los conoceréis” Jesús de
Nazaret (Mateo 7/15). O, si tiene plumas, pico plano, patas palmeada y hace cuá,
cuá, no dude usted de que es un pato, por mucho que insista en que es un
cordero. Así que, si te pasas le Ley y la Constitución por la entrepierna, si
haces “manifestaciones pacíficas” tomando las carreteras y vías férreas o
incendiando Barcelona y si agredes a los adversarios políticos, como las
huestes independentistas han agredido en varias ocasiones a los de Vox (lo que he condenado, sin ambages. La autoridad moral es muy importante) en esta
campaña, si haces cuá, cuá, eres un fascista y tus siglas y lo que digas
importan un pimiento. Y, los fascismos se retroalimentan.
FOTO: militante de Vox agredido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario