La ultraderecha había medrado en
los últimos años en el mundo por varias causas: En Europa los partidos neonazis
y neofascistas habían crecido porque habían sabido arrimar el ascua de los
problemas generados por la inmigración irregular masiva a su sardina. Lo mismo
sucedió en los EE UU, donde solo se explica el ascenso de Trump porque el
actual presidente hizo de la lucha contra la inmigración su bandera, con el muro
y con el eslogan “América primero”. En Iberoamérica el fenómeno del ascenso de
la ultraderecha en algunos países, como en Brasil, por ejemplo, tiene unas
connotaciones distintas. En España la aparición de Vox supuso que toda la gente de
ultraderecha que votaba al PP se pasara al partido de Abascal, pero no solo
gente de ultraderecha, también gente poco politizada, muchos jóvenes, que no
estaban de acuerdo con la inmigración, con las leyes de género y con la
okupación, que no solo eran cosas que parecían consustanciales con la
izquierda, tampoco el PP había hecho nada contra ellas. Pero, la llegada del coronavirus
ha servido para que muchos se dieran cuenta de que la lucha de la ultraderecha
contra ese tipo de cosas no formaba parte, en verdad, de su plan estratégico,
solo eran asuntos instrumentales. El plan estratégico de la ultraderecha es
otro muy diferente y cualquiera que tenga perspectiva histórica lo debería saber perfectamente. Por eso los empresarios de El Ejido votan a Vox, pero luego contratan inmigrantes irregulares en negro. Así que la ultraderecha ha tomado ahora como instrumento
prioritario de su lucha política la pandemia, porque piensa, muy erróneamente,
que eso le puede dar más votos y que con ello puede hacer más daño a la
izquierda y fagotizar a la derecha civilizada y democrática (no son demócratas
los que pidieron un Gobierno de “salvación nacional” al margen de las urnas y
de la mayoría parlamentaria). Mientras, por ejemplo, llegan cientos de
inmigrantes subsaharianos a Canarias en decenas de pateras soltadas por buques
nodriza, los de Abascal no dicen nada, están ahora centrados en luchar “por la
libertad y contra este Gobierno criminal y totalitario”, movilizando a sus
huestes con la bandera del negacionismo, la de las conspiraciones delirantes, o
la de que el Gobierno actúa o deja de actuar, todo sirve a caballo del
coronavirus. Y exactamente lo mismo está haciendo la ultraderecha en toda Europa,
en los EE UU o en Brasil, estén en el Gobierno o en la oposición. Craso y
estupendo error que pagarán.
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