Dejemos ante todo sentado que la
democracia liberal y capitalista, la que todavía sobrevive en los países
occidentales, no es la regla en el mundo, es más bien la excepción, pues la
mayor parte de la Humanidad vive en países con regímenes no democráticos, pero
tiene una gran influencia política y cultural. Yo no voy a entrar ahora en si
eso es bueno o malo para todos y en todas partes, el debate que planteo hoy es
otro, el debate es si la democracia liberal va a sobrevivir en Occidente. Varias
veces a lo largo del siglo pasado la democracia liberal estuvo en serio peligro,
los fascismos llegaron al poder en países muy importantes y en otros estuvieron
muy cerca, pero la democracia liberal sobrevivió, aunque a veces seriamente
tocada y después de terribles guerras. Durante la llamada Guerra Fría hubo un
miedo no demasiado justificado en Occidente a que la Unión Soviética extendiera
el comunismo por todo el mundo, pero la verdad era que los rusos estaban más
preocupados de que Occidente no se les metiera en casa, como ahora, que por
aventuras ideológicas mundiales. Si el colonialismo no se hubiera cebado en
muchos países de América, África y Asia seguramente la falsa lucha ideológica nunca hubiera
existido. No luchaban tanto los vietnamitas, por ejemplo, por imponer el
comunismo en Vietnam como por echar a los imperialistas de su país; si tiene
usted alguna duda visite mañana Vietnam. Y el mismo ejemplo sirve para muchos
países. Sin embargo, ahora el peligro para las democracias occidentales no es
ideológico, no estamos hablando de una ideología que quiera sustituir a los
regímenes establecidos, el peligro son fuerzas, no siempre bien identificadas,
que no tienen un claro sesgo político y que apoyan a unos u otros, sean de la
ideología que sean, en función de oscuros intereses ¡Ojo! los mismos que apoyan en otras partes a gentes y formaciones políticas ideológicamente en las antípodas de Trump, en los EE UU apoyan a Trump, porque el presidente sirve a sus intereses. Ningún escenario es más
diáfano y más clarificador para ilustrar lo que quiero decir que los EE UU. Son
ya muchos analistas los que coinciden en afirmar que la democracia está en
serio peligro en la primera potencia mundial, como nunca lo había estado a lo largo de su
historia, ni siquiera durante el Macartismo. Nunca se había visto a un
presidente y a un líder de la oposición hacer llamamientos a soluciones
golpistas, al margen de las urnas, de la democracia y de la Ley, pero eso es precisamente lo
que están haciendo tanto Donald Trump como Joe Biden, y estamos hablando de un país donde la gente está armada hasta los dientes. Las próximas elecciones
presidenciales estadounidenses van a ser la prueba del nueve para ver si
estamos planteando debates absurdos y tonterías o, al contrario, hay una nueva
y muy seria amenaza a la democracia que podría materializarse primero en los EE
UU para luego extenderse por todo Occidente. Los demócratas, de izquierdas y de
derechas, que están muy perdidos últimamente y que coquetean con fuerzas y poderes no democráticos, deberían tener mucho cuidado.
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