domingo, 2 de junio de 2019

LA DEBACLE DE UNIDAS PODEMOS


Dos han sido las formaciones políticas derrotadas en las últimas convocatorias electorales, PP y Unidas Podemos. Cuando escribo estas líneas es aún una incógnita si la derrota del PP se puede ver amortiguada por un premio de consolación, como es la alcaldía de Madrid, y también está por ver si Pablo Iglesias va a ser capaz de introducir algún ministro en el Gobierno de Sánchez o si finalmente los socialistas gobernarán en solitario pero con el apoyo tácito, que a veces puede ser explícito, de Ciudadanos. Tener un ministro puede acallar algunas voces que están exigiendo a los líderes de Unidas Podemos una profunda autocrítica y, por consiguiente, la rectificación en unos cuantos asuntos, pero, sería un grave error de Iglesias y Garzón no hacer un análisis serio de lo que les ha pasado y usar la posible influencia en la formación del futuro Gobierno como tinta de calamar. Me voy a centrar en la derrota electoral de Unidas Podemos: la primera adversidad electoral aconteció en las antepenúltimas (si no he perdido la cuenta) elecciones generales, entonces se perdieron más de un millón de votos. Que algo así podía suceder era previsible, porque Podemos había crecido como un suflé al calor de la crisis y del 15M y todo el mundo sabe lo que pasa en política y en repostería cuando se enfrían las cosas. Inteligentemente, aquella previsible pérdida de votos se palió con un acuerdo con IU para, gracias a la Ley Electoral, minimizar los daños. Con un millón de votos menos se conservaron los 71 diputados. Objetivo cumplido. Unidos Podemos tenía entonces un numeroso grupo parlamentario y la alcaldía de las dos principales ciudades del Estado y de varias capitales de provincia, poca broma. Ahora había que gestionar eso. Pero, cuando emerge una fuerza política de la nada y se nutre de gente no profesional los errores son inevitables, no solo los errores en la gestión, también los errores en las alianzas, en las estrategias, en el programa, y, en fin, en el desarrollo de la praxis. Casi todos los cuadros de Podemos son unos novatos en política, empezando por sus dirigentes nacionales y acabando por sus concejales. IU tenía esa experiencia que faltaba, aunque también con una buena mochila de errores por resolver, pero se minimizó su influencia en el nuevo movimiento y tampoco Alberto Garzón fue capaz de ponerla en valor, craso error. Y llegaron las derrotas electorales, porque ahora la pérdida de votos sí restaba. La primera gran derrota fue en las elecciones autonómicas catalanas, la segunda en las elecciones autonómicas andaluzas, la tercera en las últimas elecciones generales y la cuarta en las elecciones municipales, autonómicas y europeas del pasado día 26 de mayo. En muy poco tiempo se perdieron casi 2.300.000 votos, una auténtica hecatombe. Sin embargo, tras la primera derrota, la de Cataluña, ya hubo voces que alertaron de que si no se hacía una profunda autocrítica y se rectificaba Unidos Podemos emprendería el camino hacia su desaparición. No hubo ninguna autocrítica ni ninguna rectificación, la culpa era de los electores que no habían entendido que estaba muy bien coquetear con los independentistas, defender a los okupas y querer abrir las fronteras de par en par. El mundo está equivocado y yo tengo razón, pero, evidentemente, Pablo Iglesias no es Galileo Galilei. Yo hubiera vendido el chalet y regresado a Vallecas y no hubiera feminizado el nombre de mi partido, no me gustan las incongruencias ni las bobadas. Pero, hay algo peor que no hacer autocrítica y no rectificar, hacer análisis alegres y erróneos de lo que acontece. Ahí tenemos como ejemplo las declaraciones de Aurelio Martín, el único concejal que le ha quedado a IU en el ayuntamiento de Gijón, que ha dicho que los malos resultados de la coalición (en Asturias IU y Podemos se presentaron por separado en estas últimas elecciones) se deben a la marcha de Llamarares. Ese argumento serviría si en Mieres IU, en vez de arrasar, hubiera perdido también, y si hubiera tenido buenos resultados en otras partes  de España donde se presentada unida o por separado con Podemos, pero donde también ha cosechado pésimos resultados y donde Llamazares no ha influido para nada. Si los profesionales hacen estos análisis, qué podemos esperar de los aficionados.

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