Pasados ya todos los encuentros
con las urnas, se acabó el postureo y ya verá usted como algunos donde dijeron
digo dirán ahora Diego. Durante esta larguísima campaña electoral, que empalmó
las elecciones generales con las municipales, autonómicas y europeas que se
acaban de celebrar, todos hemos visto como algunas fuerzas políticas ponían
cordones sanitarios: yo nunca pactaré con este o con el otro, nos dijeron, pero
la gente poco cándida debería ser consciente de que le estaban mintiendo. Si
hay alguna fuerza política que, en este sentido, el de los pactos, miente más
que habla es, sin duda alguna, Ciudadanos. No hace falta tener mucha memoria
para recordar que un partido que hace muy poco tiempo decía que era socialdemócrata
se ha metido en la misma cama que Vox en Andalucía, aunque, eso sí, el ménage á
trois nos dicen los de Rivera que lo pactó el PP con Vox por separado. Este
partido que, tras las elecciones andaluzas manifestaba que había que acabar con
el régimen socialista andaluz, fue exactamente el mismo que estuvo sosteniendo
el gobierno de Susana Díaz durante cuatro años. Pero, los de Rivera no son, ni
mucho menos, los únicos que se pueden pasar el mandato de las urnas por la
entrepierna. Recordemos también que cuando Pedro Sánchez estaba negociando en
una mesa con Podemos e IU para lograr un pacto para un Gobierno de izquierdas, firmó
en otra mesa otro pacto con Rivera, un pacto de Gobierno de 66 páginas, que muy
poca gente ha leído, que parecía un calco del programa político con el que se
había presentado Ciudadanos a las elecciones y que incluía, por ejemplo, la
implantación en España de la “mochila austriaca”, es decir, que los
trabajadores se paguen su propio despido, y otras medidas económicas muy derechistas.
La ignominia llegó a su cénit cuando
Pedro Sánchez pidió a Podemos y a IU, a los que acababa de desairar, que le
votaran en la sesión de investidura y, como, lógicamente, no lo hicieron, los
socialistas les echaron la culpa de que, finalmente, gobernara Rajoy. Pues
bien, a pesar de que los militantes socialistas gritaban en la calle Ferraz,
tras el triunfo electoral en las generales, “con Rivera no”, vuelve la
tentación naranja a los conspicuos del PSOE y otra vez se quiere ningunear y
menospreciar a los que les han dado completamente gratis sus 71 diputados para
conseguir, por ejemplo, una subida de las pensiones según el IPC o una subida
histórica del SMI a 900 euros. Estamos escuchando otra vez cosas alucinantes.
El PSOE está haciendo encajes de bolillos para poder gobernar, porque los
necesita, pero lo quiere todo, quiere el Gobierno de la nación, quiere el gobierno
de la mayoría de las CC AA y quiere el gobierno de los ayuntamientos. Para eso
necesita a los de Unidos Podemos y también a Ciudadanos. Pero, aunque los de Pablo
Iglesias se han pegado unos cuantos batacazos electorales, siguen teniendo la
sartén por el mango. Sería demasiado grosero un acuerdo para gobernar España
del PSOE y de Ciudadanos, porque los que votaron a Rivera han salido en su
mayor parte del PP y eso no lo tolerarían y algo similar pasaría con los que
ahora han votado al PSOE y se habían ido a Podemos. Así que los estrategas de
pacotilla quieren logran no ya unos acuerdos de geometría variable, sino la
cuadratura del círculo, algo que, en matemáticas, como en política, nadie ha sido
capaz de resolver. Los socialistas deben ser conscientes de que su éxito, el
único éxito, junto con los socialistas lusos, de toda Europa, se debe a su giro a
la izquierda y a sus pactos y acuerdos por la izquierda, eso, naturalmente,
además de sinergias positivas, tiene un costo, no se puede tener todo en esta
vida. La tentación naranja me recuerda mucho a cuando el diablo tentó a Jesús y
le ofreció el mundo a cambio de que le adorase, pero el mundo era del Padre, y
los votos de los españoles ¡Cuidado!
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