La conspiración de los barones
regionales contra Pedro Sánchez empezó casi desde el minuto uno de ser elegido secretario
general del PSOE por voto directo de la militancia, por primera vez en la
historia del partido. La presidenta de Andalucía, Susana Díaz y otros
dirigentes apoyaron a Sánchez para quitarse de encima a Eduardo Madina, que
tenía el apoyo de algunos socialistas importantes de la vieja guardia. Cargarse
al bueno de Pedro era la segunda fase de la operación. Tras los malos
resultados de las elecciones generales del 20D, Pedro Sánchez se protegió con
un acuerdo con Ciudadanos, los mismos con los que Susana Díaz había pactado en
Andalucía cuando rompió unilateralmente el acuerdo de Gobierno que tenía con IU.
Naturalmente, Sánchez sabía perfectamente que ni Podemos ni IU podrían aceptar
algunas de las medidas económicas y sociales pactadas con Albert Rivera, como la “mochila
austriaca”, por ejemplo, y que no apoyarían su investidura, pero podría seguir
siendo secretario general, esperando tiempos mejores. Tras las elecciones
generales del 26J, el PSOE perdió otros 5 diputados, obteniendo solo 85, pero logró
evitar el “sorpasso”, es decir, el adelantamiento de Unidos Podemos, que, pese
a que mas de un millón de sus votantes se quedaron en casa, logró mantener los
71 diputados obtenidos en las elecciones generales del 20D gracias a la
coalición electoral con Izquierda Unida. A pesar de los pésimos resultados del
PSOE, evitar el “sorpasso” que anunciaban las encuestas dio algo de aire a Pedro
Sánchez, pero la conspiración estaba en marcha y ya no iba a pararse, solo
necesitaba alguna leña para avivar su fuego. Los barones críticos, al margen de
la dirección del partido y de lo que acordó el comité federal, siguieron
diciendo que había que ir a la oposición y facilitar la investidura de Rajoy
para que gobernara el PP, con total falta de respeto hacia su secretario
general y de disciplina con el mas alto órgano del partido. A los quintacolumnistas
se unieron los expresidentes González y Zapatero y otros cuyo modus vivendi ya
no está en el PSOE. Incluso diarios como EL País, tradicionalmente afín al
Partido Socialista, se sumaron a la conspiración y las críticas a Sánchez. Ni
que decir tiene que coincidían en todo con los poderes fácticos, el gran
capital y la derecha en general. Los malos resultados obtenidos por el PSOE en Galicia
y Euskadi y, sobre todo, el temor de algunos presidentes regionales, como
Susana Díaz y el asturiano Javier Fernández, de que se pudiera llegar a un
acuerdo de Gobierno con Unidos Podemos, que va en contra de sus intereses
regionales, incrementó las hostilidades. Los mismos que fueron elegidos
presidentes gracias a Podemos, como los presidentes de Castilla-La Mancha y Extremadura,
son los que dicen que Pedro Sánchez no debe pactar con Pablo Iglesias y que el
PSOE debe abstenerse para que gobierne Rajoy.
En el reloj ya caen las horas y
el comité federal del sábado 1 de octubre se acerca. Será una encerrona contra
Pedro Sánchez si, como en “Solo ante el peligro” o “Atmosfera cero”, alguien no
echa una mano al secretario general, que no es el culpable del declive de todos
los partidos socialistas en Europa ni de la falta de unión en el partido.
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