La salida del Reino Unido de la
Unión Europea ha hecho evidente la debilidad de una comunidad que está viviendo
sus horas mas bajas y que está sufriendo una crisis que no es nueva pero que se
ha agravado tanto que puede acabar desintegrándola.
No debemos confundir Europa con
la Unión Europea, porque si bien en esta Comunidad están integrados 27 Estados
(ya descuento al Reino Unido) ya veremos los que quedan dentro de unos pocos
años, Europa es otra cosa y se extiende desde Gibraltar hasta los Urales.
Rusia, por ejemplo, es el mayor país (sin contar Siberia) y el mas poblado de
Europa, pero, como todo el mundo sabe, no pertenece a la Unión, como tampoco
Bielorrusia, Ucrania, Noruega, Suiza, Turquía, Islandia, etc. Es decir, hay
muchos mas europeos que no pertenecen a la UE que en ella. Y este, se lo
aseguro, no es un asunto baladí y todavía lo será menos en el futuro si no hay
un punto de inflexión en la deriva de la UE, porque algunos de esos Estados
tienen y tendrán mucha influencia en los asuntos que conciernen a Europa.
Los problemas que está viviendo
la Unión Europea no tienen una causa única, son poliédricos. Asuntos como una
loca ampliación a muchos países que no estaban en condiciones de ingresar,
hasta la inmigración masiva están siendo determinantes en esta crisis, pero
también lo son la falta de armonización, de una unidad financiera y fiscal, la
crisis económica y la aparición en escena de nuevos agentes económicos muy
poderosos y competitivos, como China o India. Yo creo, sin embargo, que el
problema principal es político. La Unión Europea no existiría si países tan
importantes en ella como Alemania y Francia no hubieran estado gobernados por dos
grandes estadistas, como Konrad Adenauer y Charles De Gaulle. Ya no existen
políticos así en Europa Occidental, con esa altura de miras y que hayan tenido
tan presentes las desgracias que padeció nuestro Continente cuando cada uno iba
a lo suyo. La Unión Europea afrontaría los problemas de otra manera si
tuviéramos esa Constitución que se fue al garete por la poca implicación de
algunos líderes políticos en su aprobación. La Europa de los ciudadanos de que
nos hablaban ha quedado reducida a miles de burócratas y a oscuros intereses,
los de los bancos y las grandes corporaciones, que muchas veces ni siquiera
coinciden con los particulares de los Estados, y su Gobierno, la Comisión, es un
ente que no elige la gente cuyos miembros tienen un estupendo salario a cambio
de obedecer las órdenes de poderes que tampoco son democráticos.
Si la Unión Europea no se reforma
y se democratiza, eligiendo, por ejemplo, directamente los ciudadanos a los
miembros de la Comisión y presentándose su presidente con un programa electoral
ante la gente, no ante el Parlamento de Estrasburgo, si no se aprueba una
Constitución y si no se establecen unas reglas de juego iguales para todos,
eliminando los paraísos fiscales y con unas condiciones salariales, sociales e
impositivas mas armónicas, lo va a pasar muy mal y lo que ha sucedido con los
británicos no será una singularidad.
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