
No es la primera vez que algún
dirigente o ex dirigente aborrece sus fechorías anteriores cuando va entrando
en años, pero no porque esté realmente arrepentido, sino porque, en el ocaso de
su vida, después de armarlas muy gordas, pretende que los libros de Historia
digan que finalmente supo rectificar.
Muchas de las cosas que estamos viendo
estos días no hubieran ocurrido si Vladimir Putin no hubiera decidido
intervenir en Siria y si el ejército de ese país, con la ayuda de sus aliados
iraníes, iraquíes, de Hezbolá y de la aviación rusa no estuviera llevando a cabo
una ofensiva exitosa que va a acabar con El Frente al Nusra (filial de Al Qaeda
en Siria) y el Estado Islámico. Mientras los asesinos y terroristas desertan y
huyen, los que les han estado apoyando hasta ahora, vislumbrando el desenlace
final, se arrepienten. Porque, dejémonos de tonterías, han sido algunas
potencias occidentales, en particular EE UU y Reino Unido, y sus aliados de los
regímenes feudales de la Península Arábiga, los que han armado a los criminales
y pagado a los mercenarios yihadistas.
La manipulación en los medios de
información occidentales sobre el conflicto que asola Siria e Irak se ha
incrementado desde que Rusia ha intervenido y desde que el desenlace parece que
va a ser distinto al que algunos preveían. Un detalle que no debe escapar al
inteligente lector es que no se ha vuelto a hablar en los informativos ni a
mostrar imágenes de los crímenes de los yihadistas. Es muy difícil criticar a
Rusia cuando su aviación machaca a los asesinos. Pero, los fanáticos del ISIS
siguen haciendo de las suyas. El último vídeo que han colgado en Internet
muestra a un prisionero, un joven de 19 años, que, tras hacer una declaración
ante la cámara, se pone dócilmente delante de un carro de combate para que le
pase por encima y le aplaste. ¿Qué le habrán hecho y qué le habrían prometido
hacerle si no se encaminaba por propia voluntad hacia esa muerte atroz? Ese
vídeo me recordó a una antigua filmación de la Segunda Guerra Mundial, que vi
hace bastantes años, donde los prisioneros corrían prestos a arrodillarse a la
orilla de la fosa común donde un oficial nazi les pegaba un tiro en la nuca.
Desde aquel día tengo algunas cosas muy claras.
George Bush sigue diciendo que no
se arrepiente de haber atacado Irak, José María Aznar aún no ha pedido perdón
por haber mentido a todos los españoles con el cuento chino de las “armas de
destrucción masiva” y ahora Tony Blair llora con lágrimas de cocodrilo. Tres grandes
irresponsables, los de la foto de Las Azores.
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