
En estos días, cuando se celebra el
70 aniversario de la derrota nazi, es de justicia recordar la contribución de
los republicanos españoles a la victoria aliada y sus calamidades y penurias.
Miles de ellos participaron en la lucha clandestina en Francia, en el “maquis”,
y algunos llegaron a tener mucha relevancia, como el comandante Palacio. Otros,
que habían huido a Argelia desde Alicante, lucharon con las fuerzas de la
Francia Libre del general Degaulle contra el Áfrika Korps y luego, encuadrados
en la Segunda División Blindada del general Leclerc, desembarcaron en
Normandía. Una de las unidades de aquella División, la novena compañía, estaba
formada íntegramente por españoles y fue la primera de las fuerzas aliadas que
liberó París.
También hubo españoles luchando
en Rusia, allí en los dos bandos. Muchos de los “niños de la guerra” que había
acogido la URSS, mintiendo sobre su edad, se enrolaron en las filas del Ejército
Rojo y pelearon en tierra y como pilotos de caza. Incluso el primogénito, y
único hijo varón, de Dolores Ibárruri, Rubén, murió en los encarnizados
combates por el control de la Estación Central de Ferrocarriles, en
Stalingrado, tenía 23 años y era teniente. Se le concedió la máxima condecoración
de la URSS, héroe de la Unión Soviética y hay un monolito erigido en su memoria
en Volgogrado (antigua Stalingrado) Los soviéticos tuvieron el detalle de no
enviar a los republicanos españoles a combatir al Frente de Leningrado, para
que no tuvieran que enfrentarse a los soldados españoles de la División Azul
que luchaban allí junto a los nazis alemanes. No todos los soldados de la
División Azul habían acudido a Rusia a “luchar contra el comunismo”, pues, en
mis largas conversaciones con algunos de ellos he podido constatar que hay
historias de todos los tipos y que también los había horrorizados con los
excesos de los nazis en Rusia. También lo pasaron muy mal, para darse una idea
baste recordar la tragedia del lago Ilmen, donde casi de la totalidad de los miembros
de una compañía de esquiadores españoles, que había sido enviada para romper el
cerco ruso sobre las fuerzas alemanas, murió congelada. Tras la guerra, los voluntarios
divisionarios españoles hechos prisioneros por los soviéticos no murieron asesinados y fueron devueltos a España en marzo de 1.954.
Hoy, nuestro ministro de Exteriores,
junto con personalidades de varios países, rendirá un homenaje a las víctimas
de Mauthausen y se harán votos para que nunca mas se vuelva a repetir todo
aquello.
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