
Irresponsablemente,
las potencias occidentales, salvo Alemania, que ha enviado una importante
delegación, no asisten a este histórico acto (el presidente ruso, Vladimir
Putin, sí estuvo en la celebración del desembarco de Normandía). Algunos no han
entendido que el mayor país de la Tierra y el mas poblado de Europa no está
dispuesto a que nadie, como en el pasado, ponga en cuestión su soberanía, bien
extendiendo la OTAN hasta sus mismas fronteras o apoyando a golpistas, como en
Ucrania.
Es normal que la celebración de
la victoria contra los nazis tenga un carácter especial en Moscú, porque la
URSS perdió 20 millones de ciudadanos en aquella guerra que el propio Hitler había calificado, cuando comenzó
la “Operación Barbarroja”, de exterminio, pues los nazis consideraban a los
eslavos sub-hombres, querían aquel “espacio vital” y las inmensas riquezas
naturales soviéticas.
Esperemos que no haya nadie tan
loco como para empezar otra guerra mundial, porque con los arsenales actuales
no habría ningún vencedor y todo el planeta se sumiría en un holocausto nuclear.
Pero, habrá tensiones graves en el futuro, no tanto por guerras locales o
aventuras imperiales como por convulsiones económicas con las que pocos parecen
contar. Reino Unido, por ejemplo, se ha convertido el año pasado en el
principal exportador de Europa gracias a las grandes cantidades de oro que ha
vendido a China, que está cambiando apresuradamente sus inmensas reservas de Deuda occidental
por valor, ante la cada vez mas verosímil amenaza de la explosión de la burbuja
de la Deuda, que pondrá al mundo en un brete.
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