
Llama la atención que los medios
de comunicación occidentales y que los que se llenaban la boca criticando al
presidente Vladimir Putin, por la intervención rusa en Ucrania, callan, en el
caso yemení, como muertos. Son los mismos que ponen a Irán como el satán de la
zona, cuando es gracias a ese país que Siria y el ejército de Iraq se están
enfrentando exitosamente a los criminales sunitas del Estado Islámico que, como
todo el mundo sabe, han podido medrar gracias al apoyo de Arabia Saudí y Qatar
y a la vista gorda de EE UU y las demás potencias imperiales.
Mientras el sátrapa presidente de
Yemen, Abed Rabbo Mansour, ha huido a Arabia Saudí, ante el avance del ejército
yemení y de los milicianos huthis (chiítas), la alianza pirata se dedica a
bombardear toda clase de objetivos, provocando una auténtica carnicería de
civiles, y ya prepara su invasión terrestre.
No es la primera vez que Arabia
Saudí, la mano que, junto a los EE UU, mece la cuna, interviene militarmente en
los países vecinos saltándose las normas internacionales. Ya lo hizo, durante
la “primavera árabe”, en Bahréin, provocando centenares de muertos.
Mal empieza este siglo y todos deberían
recordar los dramas del anterior. Porque, si se rompe la baraja y en el mundo
vuelve a reinar la ley de la selva, soslayando el mandato de la ONU, esas
reglas salvajes servirán para todos.
Foto: el pueblo yemení alzado en armas.
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