
Rusia, que tras la desintegración
de la URSS, había hecho grandes esfuerzos por acabar definitivamente con los
enfrentamientos y desencuentros con Occidente, ya se ha dado cuenta de que esto
no es posible, pues hay intereses muy poderosos, como el entramado
militar-industrial norteamericano, que trabajan en contra. El primer indicio de
que los propósitos del Pentágono no habían variado y de que el enemigo no era
solo el comunismo, fue el despliegue en Europa del sistema antimisiles, la
segunda fase de la Iniciativa de Defensa Estratégica (la tercera es el
despliegue en el espacio de cañones láser y electromagnéticos) un sistema de
armas carísimo que no tiene carácter defensivo, como hipócritamente se dice,
pues su finalidad es poder asestar un demoledor golpe nuclear sin miedo a la
respuesta o, en su caso, poder chantajear o poner en cuestión la independencia
y soberanía de Rusia. Cínicamente EE UU y sus aliados habían dicho que el
sistema antimisiles instalado en Reino Unido, Polonia, Rumanía y España (lo
autorizó Zapatero, en Rota) era para defenderse de un ataque con cohetes
estratégicos de Corea del Norte o Irán, pero los rusos no son imbéciles. La preocupación
de Rusia siguió en aumento porque, a pesar de que se había terminado la “Guerra
Fría”, el presupuesto de Defensa de EE UU ascendía a la brutal cifra de 600.000
millones de dólares, cuando el de Rusia era solo de 68.000. Inexplicablemente, USA
gastaba mas en armas que el resto de las naciones de la Tierra juntas. La gota
que colmó el vaso fue el apoyo de EE UU y sus aliados europeos al golpe de
Estado en Ucrania contra el presidente Viktor Yanukóvich, que estuvieron
preparando durante meses, llegando a entrenar a los alborotadores en Lituania y
Polonia. Rusia se vio forzada a intervenir en Crimea para asegurar la Flota del
Mar Negro y los radares de alerta temprana que la protegen de un ataque de la
Sexta Flota, pues la intención de los golpistas era integrar a Ucrania en la
OTAN y echar a los rusos de Sebastopol.
Serguéi Lavorv también denunció
la intervención de EE UU y sus aliados en Siria, al margen del mandato del
Consejo de Seguridad de la ONU y sin la autorización del Gobierno de Damasco.
Bajo la coartada de bombardear objetivos de los yihadistas del Estado Islámico,
Rusia teme que el último y principal objetivo sea en realidad el régimen de Bashar
Al-Assad. En efecto, Rusia cuenta con información de primera mano, aportada por
Edward Snowden, de que, según un documento de la NSA, los EE UU, Gran Bretaña e
Israel, son los responsables de la creación del Estado Islámico de Irak y el
Levante (EIIL). La operación tenía el nombre en clave de “Avispero” y el
objetivo era que islamistas de todo el mundo acudieran a luchar a Siria. La cosa,
como les pasó en Afganistán, se les fue de las manos.
La situación militar en el mundo
ha cambiado mucho, el ejército ruso no se puede comparar al de EE UU y sus
aliados de la OTAN, pero también ha cambiado la situación estratégica, China, antes enemiga de la URSS, ahora es una firme aliada de Rusia, y no solo puede poner a 50 millones
de soldados en pie de guerra si fuera necesario, tiene cogido a EE UU por la
entrepierna, porque ha comprado la mayor parte de su estratosférica Deuda y se acaba
de convertir en la primera potencia económica mundial.
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