
Fuera de los escenarios también
hay buenos y malos (a mí me gustan poco los tonos grises y el relativismo),
pero a veces no es fácil identificarlos, sobre todo si estamos demasiado
mediatizados por las ideologías o por los medios de comunicación. Debemos tener
en cuenta también que en este mundo de mentiras e intereses los papeles que se
adjudican a unos u otros cambian de la noche a la mañana. El que hoy es malo
malísimo, mañana puede ser un santo, y viceversa.
En la vida real las cosas suceden
de verdad, los muertos no se levantan y se van a tomar unas cañas, las guerras
no son para entretener sino para saciar apetitos inconfesables, por eso aquí sí es de vital importancia reconocer perfectamente a cada cual.
En las últimas semanas estamos
asistiendo en Occidente a la demonización del presidente ruso Vladimir Putin,
algo que se está agudizando en la medida que Rusia no traga con la estrategia
que la OTAN tenía diseñada para Ucrania. En el debate que ha surgido
intervienen todo tipo de tertulianos y opinadores que muchas veces no tienen ni
la menor idea sobre lo que hablan o escriben o que pretenden engañarnos. Pocos
comentan el verdadero origen del actual conflicto y algunos osados incluso llegan
a decir que Putin quiere volver a la Rusia imperial y a conquistar nuevos territorios
en Europa.
La verdad es que mientras EE UU
tiene un Presupuesto de Defensa anual de 600.000 millones de dólares, al que
hay que sumar los de sus aliados europeos, el de Rusia solo es de 68.000
millones de dólares. El Presupuesto de Defensa ruso no tiene nada que ver con
el de la antigua URSS, que llegó casi el 40% de su PIB y que fue una de las
causas de su desintegración, y no es un Presupuesto que permita aventuras de
gran calado. Hasta tal punto es así que el Gobierno ruso ha centrado los
escasos recursos asignados a Defensa a su componente estratégico, en particular
a los modernos submarinos de la clase “Borei” y sus misiles con rango
intercontinental, “Bulavá”, con diez ojivas independientes (cada submarino de
esta clase porta 160 bombas termonucleares) y a los submarinos de ataque de la
clase 885 “Yasen” (clase “Graney”, según el código OTAN) estos submarinos son,
sin duda, los mejores del mundo, ya que, además de características
excepcionales, como que pueden sumergirse hasta 1 kilómetro de profundidad, son
multipropósito y lo mismo pueden enfrentarse a otros submarinos de ataque, que hundir
un portaaviones con sus misiles de crucero a 5.000 kilómetros de distancia, que
destruir una ciudad con sus bombas nucleares. Los nuevos misiles de crucero y
estratégicos rusos están especialmente diseñados para burlar el “Escudo Antimisiles”
norteamericano.
La capacidad de respuesta
estratégica de Rusia no está orientada, como las flotas de portaaviones
norteamericanos, para intervenir militarmente en otros países y en otros
continentes, sino para salvaguardar la soberanía del país y evitar que este pueda
ser chantajeado. Son otros los que están haciendo ingentes esfuerzos para
acabar con la disuasión nuclear, utilizando a países como Ucrania, y a golpistas
convenientemente entrenados, para desplegar allí, a las mismas puertas de Rusia,
bases militares y nuevos componentes de la Iniciativa de Defensa Estratégica,
mas conocida como “Guerra de las Galaxias”.
Pero, dicen que el malo de la
película es Putin.
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