
Las FF AA españolas llevan años
padeciendo problemas presupuestarios (el Presupuesto de Defensa español es el
mas pequeño de los países de la UE en proporción a su Producto Nacional Bruto)
pero, sobre todo, las políticas de adquisición de materiales, de personal y las
prioridades defensivas, solo se pueden calificar de catastróficas. Hemos pasado
de ser un país que contaba con mas de 300.000 soldados (cuando el servicio
militar era obligatorio) y una industria militar mínimamente aceptable a tener
menos de 67.000 efectivos, muchos extranjeros, y una producción industrial
armamentística muy disminuida, donde se han cerrado fábricas, otras se han casi
regalado a multinacionales foráneas y las restantes trabajan bajo mínimos.
Durante el mandato del presidente
Adolfo Suárez, siendo ministro de Defensa el valiente teniente general
Gutiérrez Mellado, se dio un gran impulso a la democratización de nuestros
ejércitos, pero también a su modernización, optimizando su capacidad operativa,
dotándolos de armamento moderno y elaborando un Plan Estratégico adaptado a las
necesidades defensivas de nuestro país. El portaaviones “Príncipe de Asturias”,
las nuevas fragatas y el Programa FACA (Futuro Avión de Combate y Ataque)
fueron programas importantísimos contemporáneos con aquel Gobierno.
Particularmente acertada fue la decisión del Gobierno de Suárez (se formó una
comisión integrada, entre otros, por pilotos con miles de horas de vuelo) de
comprar el cazabombardero norteamericano F-18 A, en lugar del también USA F-16
y de las otras ofertas, el francés Mirage 2000 y el Sueco Saab 37 Viggen, como
bien saben nuestros pilotos de combate. El aplazamiento de la compra de nuevos
carros de combate (programa Lince) también fue un acierto, pues era mas
inteligente potenciar nuestra Armada y nuestro Ejército del Aire que gastar
ingente cantidad de dinero en carros de combate sofisticados, de difícil
supervivencia en un campo de batalla saturado de misiles (de mucho menor
coste), y que ya no tienen cabida en un ejército donde la doctrina no sea la
ofensiva a ultranza. La posterior decisión (en 1.994 comenzó el Programa
Coraza) de adquirir los carros de combate Leopard dio un giro de 180 grados a
lo que se había mantenido.
Merced a políticas erróneas y a
servilismos derivados de la incorporación de España a la OTAN, nuestras FF AA se
encuentran en una situación operativa calamitosa donde solo entre 10.000 y
15.000 soldados están realmente disponibles. Los programas de armamento se
hacen mas en función de misiones en el exterior, en apoyo de los aliados, que
de las verdaderas necesidades defensivas de nuestro país. Así, por ejemplo,
mientras se invierte en unidades carísimas como el Buque de Proyección
Estratégica “Juan Carlos I”, inútil para el combate naval por su alto eco
radárico y su poca velocidad y maniobrabilidad, nuestra flota de submarinos (a
la espera del nuevo S-80 que construye Navantia y que tiene problemas de
sobrepeso) está desmantelada.
Mientras España está indefensa y
nuestras FF AA no están capacitadas ni dotadas para cumplir el mandato
constitucional (artículo 8, párrafo 1) los escasos recursos se emplean en
misiones en el extranjero, en apoyo de políticas imperiales, a veces bajo la
coartada de “misiones de ayuda humanitaria”. España ha enviado soldados a
participar en las guerras de Kosovo, Irak, Afganistán y Libia y contingentes a
Somalia, Congo, Bosnia, etc. Algunas de esas misiones tenían el mandato de la
ONU, pero otras, como la de Macedonia, donde España supervisó la entrega de
armas a la guerrilla, eran claramente operaciones de intervención de la OTAN.
Ahora, cuando por los ajustes presupuestarios y los errores cometidos la
situación operativa es mas grave que nunca, con casi todos los programas suspendidos
o anulados, el Gobierno de Rajoy va a enviar otros 93 soldados españoles para
proteger la base de Herat, en Afganistan, y cuatro aviones Eurofigter (España ha
pedido el aplazamiento de la entrega de 15 aviones de este tipo por falta de
dinero) y unos 100 militares a los Países Bálticos.
Esperemos que tanta
irresponsabilidad no tenga desagradables consecuencias.
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