
Lo que dice Pilar Urbano en su
libro no era ningún secreto para la gente bien informada, pero estas cosas se
comentaban en petit comité o las introducía en la Red algún francotirador del
teclado con muy poca influencia social. Pero, que las diga una periodista
conocida y de cierto prestigio puede hacer muchísimo mas daño. A mí no me ha
extrañado nada que tanto Felipe González como la Casa Real hayan reaccionado
airados, porque en el libro algunos relevantes socialistas y el propio jefe del
Estado salen malparados, como tampoco que algunos incondicionales escriban
artículos donde recurren a la “conspiranitis”, algo a lo que hay mucho
aficionado en este país, baste el ejemplo de que todavía hay gente que, en su
delirio, mantiene que tras los atentados del 11M estaba ETA, el PSOE y las fuerzas
judeo-masónicas internacionales, que querían que el PP perdiera el poder por
cualquier medio.
La reacción de la Casa Real,
calificando el libro de ficción difícil de creer, me recuerda mucho a cuando
Julio Anguita fue entrevistado en TVE sobre el asunto del GAL y manifestó, sin
cortarse un pelo, que el “señor X” era nada menos que el entonces presidente del
Gobierno, Felipe González. Dijeron que Anguita no vivía en la realidad y que
estaba en otra galaxia, pero poco tiempo después toda la cúpula de interior,
incluido el ministro Barrionuevo, daba con sus huesos en la cárcel.
Seguramente habrá quien pensará
que, aunque fuese cierto lo que dice Pilar Urbano en su libro, ¿en qué nos
puede beneficiar descubrirlo después de 33 años? y si no sería mejor dejar las
cosas como están y no abrir una espita que no sabemos que consecuencias podría
llegar a tener. Eso mismo lo han pensado otras personas que estaban en el
secreto, algunas incluso llevándoselo a la tumba. Pero, yo soy de la opinión de
que los españoles deben saber quien es cada cual en este país, los que les
dicen la verdad y los que los engañan.
El día que se haga público la
realidad de lo que pasó el 23F, y las semanas anteriores, los “santos
inocentes”, asombrados, empezarán a ver la luz y a pedir cabezas.
No se atreverán, sino al tiempo,
a llevar a Pilar Urbano a los juzgados.
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