
El poder de Israel, es inmenso,
no solo posee uno de los ejércitos mejor armados y organizados del mundo,
incluidas armas nucleares y sus vectores de lanzamiento, comprendidos también
los estratégicos, además cuenta con el dinero y las influencias del mundo judío
y con el apoyo incondicional de los EE UU. Los medios de comunicación han
conseguido que la gente esté convencida de que Hamás, por ejemplo, es un grupo
terrorista, y así está catalogado también por la UE y ese puñado de países que
eufemísticamente se llaman a sí mismos “la comunidad internacional”, aunque la única
verdadera es la representada en la Asamblea General de la ONU, la misma que ha
dicho a Israel en varias ocasiones, con votaciones aplastantes, que debe
abandonar los territorios palestinos ocupados en la Guerra de 1.967. Es cierto
que desde la Franja de Gaza se dispara de vez en cuando algún cohete artesanal
contra Israel, pero qué es eso comparado con los que se apropian de tierras
ajenas y echan a sus habitantes de sus casas, bombardean países soberanos
(Siria, Irak, Sudán, Líbano, etc), asaltan barcos mercantes en aguas
internacionales, y matan a los que llevan ayuda humanitaria, o apoyaron
regímenes criminales como el de Pinochet, en Chile, o el del “Apartheid” en
Sudáfrica. ¿Quiénes son, en verdad, los terroristas? ¿acaso los que envenenaron
al presidente palestino Yasser Arafat con polonio y los que les ayudaron?.
En la noche del martes 22 al
miércoles 23 de abril, una delegación de la Organización para la Liberación de
palestina (OLP) cerró un acuerdo con Hamás para la formación de un Gobierno
integrado por tecnócratas con bajo perfil político, para evitar fricciones. Las
conversaciones continuarán en los próximos días para perfilar los detalles. No
es la primera vez que hay un pacto entre Al Fatah (principal formación de la
OLP) y Hamás, ya en 2.011 se llegó a un
acuerdo de “reconciliación” para evitar la división entre Cisjordania y Gaza,
pero la diferente visión de la actitud frente a Israel y las luchas cainitas de
poder lo echaron abajo. Pero, desgraciadamente, el tiempo ha dado la razón a
Hamás. Israel piensa continuar cebándose en los palestinos y robando las pocas
tierras que les quedan, confinándolos en ghetos como el de Gaza o en zonas sin
agua y sin recursos.
El mismo miércoles 23 de abril, Netanyahu
acusó al presidente palestino Mahmoud Abbas de sabotear el proceso de paz por
el acuerdo con Hamás, pero Abu Mazen (apodo de Abbas) declaró que estaba
dispuesto a continuar las conversaciones con la condición de que Israel libere
a los prisioneros, congele la colonización y acepte debatir sobre la
delimitación de las fronteras del futuro Estado Palestino. Pero, el gobierno israelí
rechazó estas premisas.
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