
Lo que mas me ha llamado la
atención de los estudios demoscópicos que se están haciendo no es que el PP
aparece como la primera opción, a pesar de las mentiras, incumplimientos
electorales, subidas de impuestos, etc, del Gobierno de Rajoy, pues el PSOE
está tan mal que en el reino de los ciegos el tuerto es el rey, sino que, al
parecer, solo un 20% de los ciudadanos tiene su voto decidido. La crisis del
bipartidismo no es, por tanto, solo la del PP y el PSOE, también la de los
millones de españoles que los votaban, que ahora, cuando las fechorías y los
escándalos de los Gobiernos que han auspiciado les afectan directamente, están
desconcertados. Puede haber una gran abstención, pero no tanto porque la gente
pase de estos comicios como porque muchos van a necesitar una larga retirada al
desierto para reflexionar y aclararse. Un grave error, porque, en contra de lo
que se está diciendo, la abstención favorecerá el status quo reinante. No va a
cambiar nada si se pierde el tiempo y si uno se queda en casa llorando.
Ante la patética campaña
electoral de los socialistas, con Elena Valenciano diciendo que está en contra del
“austericidio” (los españoles tienen memoria) y que no hace falta sentarse en
el escaño de Estrasburgo y que puede compatibilizarlo con sus cargos en el
partido (“ahora muchas cosas se resuelven por teléfono”, nos ha dicho), los
populares se pueden permitir el lujo de llevar un candidato de perfil bajo, Arias
Cañete, especialista en meter la pata y con poco tirón electoral. ¿Cómo se
puede ser tan necios de sacar a Zapatero, al que echaron los españoles a
gorrazos hace poco mas de dos años, a hacer campaña? Rajoy y los suyos están de
enhorabuena.
Pero, si vamos a utilizar estas
elecciones como baremo de lo que puede pasar en España en los próximos meses y
en próximos comicios, tendremos que particularizar. No van a estar pensando en
lo mismo, por ejemplo, los asturianos que los catalanes a la hora de votar. En
Cataluña las europeas pueden servir de pretexto para la primera fase de la
consulta soberanista y en el Principado para ver que piensan los asturianos de
la nueva, es un decir, alianza entre socialistas y populares, que ya no se
esconden para mostrar que son capaces de cualquier cosa con tal de mantener su
hegemonía y el reparto del cortijo, incluyendo la aprobación de ilegales créditos
extraordinarios. Este amor interesado viene de antiguo, como bien sabe Gabino
de Lorenzo, y fue muy útil para repartirse ayuntamientos, aprobar una
incineradora que los asturianos no quieren, o para cargarse el Gobierno de
Francisco Álvarez-Cascos.
Lo bueno de la intención de voto
es que no depende del Gobierno, ni de los partidos, ni de las empresas de
opinión, esos solo la pueden mediatizar, sino de los ciudadanos. El veredicto
final es solo nuestro.
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