Los españoles deben notar el cambio de Gobierno y deben
notarlo para bien y desde los primeros acuerdos en el primer Consejo de Ministros. El martes 14 (los Consejos de Ministros serán ahora los martes), entre otras cosas, se anunció una subida de las pensiones del
0,9%, es decir, las pensiones, que habían perdido mucho poder adquisitivo a
lo largo de los últimos años, vuelven a la senda del IPC. Habrá muchos, se lo
aseguro, que criticarán incluso esta medida, como criticaron la subida del SMI,
pero, oiga, no es obligatorio, si usted quiere seguir con la subida de 0,25% de
Rajoy, porque su patriotismo le puede, puede hacerlo. Yo, sin embargo, estoy
completamente seguro que los pensionistas de derechas dirán para sus adentros
que les caen muy mal Sánchez y “el coletas”, pero, que bienvenidos sean, estarán encantados
con la subida. Todo esto mola mucho, pero todo esto tiene un coste. En primer lugar
todo el mundo debe ser consciente que este Gobierno no tiene una varita mágica
para resolver de un plumazo todos los problemas de los españoles, y mucho menos
cuando resolver esos problemas cuesta muchísimo dinero. Así que no piense usted
en preguntar ¿qué hay de lo mío? y que se lo den ya. Ni se van a poder subir al
doble las pensiones no contributivas ni mucho las de viudedad, uno porque no
hay pasta gansa y otro porque hay que analizar, pero bien analizados, parámetros de justicia. La
subida de las pensiones como el IPC, y algunas otras medidas, van a generar una
desviación del déficit, una desviación que ya está en más de 8.000 millones de
euros, que aumentará aún más y que Bruselas nos exige cuadrar. Esto se puede hacer de dos formas:
subiendo los impuestos indirectos a la gente, en los combustibles, peajes para
las autovías y mil y una ocurrencias (porque solo con subir los impuestos a los
más ricos y a las grandes corporaciones no salen las cuentas) o bien entrando a
saco contra el fraude fiscal y la economía sumergida. En este país defrauda
casi todo el mundo y es ahí donde hay un nicho enorme de recursos (80.000 brutales
millones de euros al año) para emplearlos, entre otras partidas, en justicia social. Lo lógico sería que la inmensa mayoría de los ciudadanos
quisieran la segunda opción, pero no, ya he dicho que aquí defrauda casi todo
el mundo. Así que nos encontraremos con que exactamente los mismos que van a
protestar por la desviación del déficit también protestarán si hay subidas de
impuestos o si se ataca, pero de verdad, el fraude fiscal. Oiga usted, en economía,
como en matemáticas, la cuadratura del círculo no ha sido resuelta.
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