Primer Consejo de Ministros,
subimos las pensiones, segundo Consejo de Ministros, subimos el sueldo a los
funcionarios. Las buenas noticias molan mucho, sobre todo si son de justicia,
pero para tomar ese tipo de medidas no hay que ser un político brillante, eso
lo hace cualquiera con buena intención y una pizca de humanidad, si no llevas
algo más en las alforjas las buenas noticias se acaban rápidamente y las
empiezas a dar malas. Yo me temo mucho que, salvo derogar algunas de las
medidas más perniciosas para los trabajadores de la Reforma Laboral de Rajoy, a
este Gobierno, y mire usted que acaba de llegar, ya se le han acabado las
buenas noticias, al menos las buenas noticias en mayúsculas. Así que los
españoles debemos ir preparándonos para las malas noticias, para las noticias
desagradables, que, eso, sí, nos intentarán vender envueltas en celofán y con
un lacito. Les adelanto ya que la ministra de Hacienda y portavoz (lo de
portavoza no entra aquí ni con calzador) del Gobierno, Maria Jesús Montero, va
a ser la persona más odiada de España, no porque siendo portavoz y teniendo que
hablan para todos los españoles no sepa hacerlo en medio correcto castellano,
sino porque las medidas desagradables van a pasar por su ministerio y nos las
va a anunciar ella. Muchos españoles hemos votado a los partidos de izquierda
por varias razones, pero, sobre todo, no porque estuviéramos entusiasmados,
sino porque teníamos que elegir el mal menor, teníamos que elegir entre susto o
muerte, ya veremos si nos hemos equivocado o no. Yo aconsejaría al líder del
PP, Pablo Casado, que no se suba al monte, que no se convierta en un
asilvestrado, las izquierdas son perfectamente capaces de suicidarse solas y lo
más inteligente es esperar a ver pasar el cadáver de tu enemigo, no convertirse
en compañero de correrías de Abascal. Las noticias desagradables son las que
nos cuestan dinero y de esas el nuevo Gobierno ya está preparando unas cuantas.
Lo de subir los impuestos a los más ricos y a las grandes empresas era un
cuento chino, para cuadrar el déficit como exige Bruselas, un déficit que
aumentará con la subida de las pensiones y el sueldo de los funcionarios, hace
falta recaudar más, mucho más, y como el nuevo Gobierno no tiene ninguna
intención de entrar a saco contra la economía sumergida y el fraude fiscal nos
van a freír a impuestos. La primera andanada de impuestos saldrá de una batería
engañosa, la batería que dispara “impuestos verdes”, es decir, ese tipo de
impuestos que no van a pagar las empresas que contaminan, a esas les pagamos
nosotros las emisiones de CO2, sino los ciudadanos de a pie, usted y yo, y por
eso ya están pensando en subir los impuestos a las gasolinas los gasóleos y al
gas ¿Estos impuestos serán solo el aperitivo, nos exprimirán como a limones? pues,
es muy probable, porque las bobadas y las ocurrencias de las izquierdas son
todas caras. Estos nuevos impuestos nos los servirán salpimentados con otras
medidas, que aparentemente agradan, como la obligación de que las ciudades de
más de 50.000 tengan zonas de bajas emisiones ¿Afectará esto solo a los
vehículos a motor o también a las empresas contaminantes? De momento yo invito
a los vecinos de la zona Oeste de Gijón que vayan pidiendo a la alcaldesa. Dña. Ana González, y al concejal de Medio Ambiente, Aurelio Martín, que no sea la
calle Corrida ni Somió la zona obligatoria de bajas emisiones, sino los barrios
supercontaminados del Distrito V.
Si teníamos alguna esperanza de
que las izquierdas gestionaran bien el país, al poco tiempo de formarse el
Gobierno ya nos están demostrando que no, que tienen mucho peligro. Cuando de
los aproximadamente siete millones de extranjeros que hay en España, es
imposible saber la cifra exacta, solo cotizan a la Seguridad Social algo más de
dos millones, nos están diciendo que quieren traer a nueve millones de
extranjeros más “para que nos paguen las pensiones”. Eso sí, la afiliación a la
Seguridad Social de los extranjeros, en un país con 3.300.000 parados, crece al
triple que la de los españoles. Ya sabe
usted lo que decía Karl Marx: “El capital necesita un ejército de reserva que
presione a peores condiciones laborales y salariales al resto de los
trabajadores” ¿también las izquierdas necesitan ese ejército de reserva?
Atentos a las noticias desagradables.
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