La Empresa Nacional Siderúrgica,
ENSIDESA, se crea en los años 50 en Avilés, se trataba de crear una empresa siderúrgica
con los medios más modernos merced a la iniciativa del Estado, pues la
iniciativa privada española no tenía capacidad, ni voluntad, de acometer esa
gigantesca inversión. UNINSA se creó en 1.961 para unificar y modernizar las
empresas privadas, ya obsoletas, de la comarca de Gijón con la construcción de
una nueva planta que tendría accionariado privado diverso (Duro Felguera, Fábrica
de Moreda, Fábrica de Mieres, etc) pero que en 1.973, ante su situación de
quiebra, tuvo que ser absorbida por ENSIDESA, es decir, por el Estado. Entonces
no existía el mundo globalizado y España necesitaba siderúrgicas que produjeran
acero a precios competitivos para la creciente actividad industrial de nuestro
país, ferrocarriles, fábricas de automóviles, etc. Desde el primer momento
ENSIDESA no fue rentable, porque a la amortización de las gigantescas
inversiones había que sumar los precios políticos del acero y la pésima gestión
de las plantas, de esta última podría escribir un libro, pero no quiero
hacerles llorar. Tras algunos episodios sobre los que no me quiero extender, no
vienen al caso que nos ocupa, finalmente ENSIDESA acabó casi regalada, a pesar
de que el Estado había gastado 100.000 millones de pesetas en la acería LD-III
de Avilés, en manos de la familia Mittal, que ya tenían negocios en buena parte
del mundo. Desde el primer momento algunos vimos en esta operación un negocio
especulativo que en absoluto iba a garantizar en el futuro ni la continuidad de
las plantas, ni los puestos de trabajo, ni una industria de carácter
estratégico tan importante para España. Y eso con todo lo que ENSIDESA
significó y ARCELOR todavía significa para la economía asturiana y para la supervivencia
de muchas familias trabajadoras y de muchas empresas auxiliares. Como una bomba
de relojería, la cuenta atrás está a punto de concluir. A la crisis mundial por
la subreprodución industrial se une la caída de la demanda por la guerra comercial
entre los EEUU y China y a ambas el achatarramiento de unas plantas donde no se
han hecho las inversiones necesarias para su modernización, ni nadie las ha
exigido. Esto, señores, es el capitalismo, el neoliberalismo a cara descubierta,
la gente importa un pimiento. ARCELOR se muere, como se murió la minería del
carbón, llega el duro invierno y ahora las cigarras vendrán a pedir comida y
supervivencia a las hormigas.
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