Aunque seguramente los votos de
los españoles casi no se van a desplazar en el espectro político, no va a haber
un corrimiento hacia el rojo ni hacia el azul y la gente de izquierda seguirá
votando a la izquierda y la de derechas a la derecha, esto no quiere decir que
no pueda haber cambios sustanciales en la política españolas tras las próximas
elecciones generales del 10 de noviembre, cambios en la correlación de fuerzas,
cambios en el reparto de escaños y cambios hasta en el Gobierno. Yo ya dije que
no era capaz de explicarme el empecinamiento del PSOE por llevar a los
españoles a otras elecciones, como tampoco me explico por qué los empresarios
prefieran tener la economía del país perdiendo décimas de crecimiento, las CC
AA sin recibir dinero y a España sin Presupuestos y con un Gobierno interino, con todo lo que
ya está cayendo, antes de tolerar que los de UP tuvieran algún ministerio ¿De
verdad piensan que íbamos a tener aquí, por eso, una revolución bolchevique? Pero,
en fin, en esto nos han metido, porque hace un mes las encuestas decían lo que
ya no dicen ahora. El domingo 22 de este mes de septiembre el Diario “La Vanguardia”
un periódico nada sospechoso de tirar piedras al PSOE, publicaba una encuesta
demoledora, una encuesta que ya nada tiene que ver con la última del CIS. El
PSOE no solo no arrasaría, en el mejor de los casos solo obtendría 134
diputados, es decir, muy lejos de la mayoría absoluta y, una vez rotos todos
los puentes con UP, tendría imposible formar una mayoría de Gobierno, salvo,
claro está, que pactara con alguno de los partidos de la derecha, en concreto
con el PP o con Ciudadanos. España no es Alemania y tanto socialistas como
populares saben perfectamente que un pacto de Gobierno entre ellos significaría
el suicidio político de ambas organizaciones, así que solo queda Ciudadanos,
que es tan de derechas o más que el PP, pero al que los socialistas venderían
mejor a sus votantes, como ya hicieron tras el pacto con Rivera en 2.015. Pero,
hete aquí que Rivera no está por esa labor, lo que quiere es liderar la derecha
y ser presidente del Gobierno, no muletilla del PSOE. Cuando Rivera pactó con
Sánchez perdió ocho diputados y cuando se enfrentó a él ganó 25, así que para
el líder de Ciudadanos la estrategia actual, dar cera al “jefe de la banda”, es
la adecuada ¿Qué puede hacer, entonces, el PSOE si no quiere ir de cabeza a la
oposición? Pues tirarse a la yugular de Pablo iglesias, no de los votantes de
UP, que es el único nicho de votos donde piensan que podrían pescar, e intentar
descabalgar con oscuras, sino aviesas, maniobras a Rivera de la dirección de Ciudadanos
para que un nuevo líder, o lideresa, pacte con los socialistas. En este
contexto hay que inscribir la reunión que tuvieron hace unos días, a petición
de Rivera, el líder de ciudadanos y Pablo Iglesias en la cafetería del Congreso.
Vienen a por nosotros, se dijeron. Yo estoy convencido de que las complejas
operaciones de ingeniería estratégica, de que los triples saltos mortales con
tirabuzón, de que, en definitiva, las conspiraciones de aficionados no suelen
funcionar en política, tienes que amarrar demasiados cabos para que todo te
salga bien. En este sentido, Iván Redondo, el asesor de Sánchez, es un tipo
listo, pero un conspirador amateur. No le ha salido bien el relato de echar la
culpa a todo el mundo, menos a Sánchez, de ir a nuevas elecciones generales y
tampoco le va a salir la nueva estrategia producto de los nervios ante las
encuestas, una estrategia que incluye también potenciar a Errejón. Si el PSOE
no logra hundir a UP, y la encuesta de La Vanguardia dice que no lo logra, y si
el PP se recupera y concentra en él algo más el voto de la derecha, algo que
también dice la encuesta de La Vanguardia, las derechas, merced a la Ley
Electoral, pueden obtener la mayoría absoluta y gobernar, y eso sin contar
posibles candidaturas conjuntas en algunas CC AA. Sería algo de lo que la
izquierda quizá ya nunca más se recuperaría en este país. El vértigo marcará
esta campaña electoral.
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