Tras nuevas consultas con los
cuatro principales partidos del país, y una vez constatado que Pedro Sánchez,
al que le había encargado formar una mayoría de para gobernar, no tiene el
apoyo de ninguna de esas fuerzas políticas para establecerla, S M el Rey ha
decidido que se disuelvan Las Cortes y se convoquen elecciones generales para
el día 10 de noviembre. A pesar de los ingentes esfuerzos de los dirigentes
socialistas para establecer un relato creíble, esta vez casi todo el mundo
coincide en que han sido sus intereses partidistas, y el empecinamiento de
Sánchez, los que van a llevar a los españoles otra vez a las urnas. El PSOE no
ha escatimado esfuerzos propagandísticos para echar la culpa a todos los demás
de haber llegado a esta situación: todos son culpables, menos ellos
¿autocrítica? ninguna. Pero, si echamos la vista atrás unos meses a todo lo que
hemos visto desde la moción de censura contra Rajoy, el Gobierno del PSOE, que
solo tenía 85 diputados y había
cosechado su peor resultado electoral desde la Transición y que llegó al Ejecutivo gracias, fundamentalmente a UP, que entonces tenía 69 diputados, no hizo otra cosa que campaña electoral hasta
las elecciones generales del 28 de abril que los socialistas ganaron obteniendo
123 escaños. Conviene recordar los que se dieron en llamar “viernes sociales”
y todas las medidas progresistas que anunciaban en ellos y que tanto gustaban a
la mayoría de la gente. Todo era propaganda, la misma propaganda utilizando groseramente
las instituciones para ella del mitin del martes 17 de septiembre del
presidente del Gobierno contra los demás partidos y pidiendo “una mayoría más clara
a los españoles” o del mitin del viernes 13 de septiembre contra Pablo Iglesias
de la portavoz del Gobierno, Isabel Celaá ¿No han entendido los socialistas que
la presidencia del Gobierno y su portavocía son instituciones de todos los
ciudadanos, no del PSOE?
La repetición de las elecciones
generales, aparte de los casi 200 millones de euros que cuestan al erario
público, van a suponer que el país siga políticamente paralizado, que las CC AA
y los ayuntamientos no reciban dinero porque no hay Presupuestos, que la
sentencia sobre los acusados por el “Procés”, con todo lo que tienen preparado
los independentistas para entonces, se produzca con un Gobierno en funciones y
que pensionistas y funcionarios tengan, otra vez, congelados sus salarios. Los
viernes sociales, ahora queda diáfano, eran una patraña propagandística.
Recordemos que ya fue un Gobierno del PSOE, el de Zapatero, el que congeló las
pensiones y bajó un 5% el salario a los funcionarios ¡Ojo! unos y otros son
millones que deciden las elecciones y muchos no se han creído el relato que
Iván Redondo le ha preparado a Sánchez, han visto que los socialistas, en
verdad, no querían gobernar con UP.
El PSOE ha utilizado durante
todos estos meses a UP como el tonto útil, Pablo Iglesias se dio cuenta de ello
en la sesión de investidura y entonces, haciendo movimientos de negación con la
cabeza ante el discurso de Sánchez, frunció el ceño. Los socialistas han estado
riéndose de los mismos que los llevaron a La Moncloa y han obligado a Pablo
Iglesias a cambiar el chip, se terminó el buen rollito, ahora toca ponerse en modo Julio Anguita. Sánchez ya no va a tener a
Iglesias para que le salve el trasero en los debates electorales en la TV cuando
uno le llame “mentiroso” y el otro el “jefe de la banda”. El PSOE desempolvará
otra vez la falacia de “la pinza”, al tiempo.
Todos los españoles han visto que
Sánchez no ha querido pactar ni con la derecha, “tengo estas tres condiciones
para investirle presidente, pero me las da usted firmadas por escrito”, le
espetó Albert Rivera, ni con la izquierda, a la que ofreció ministerios, como
Educación y Vivienda, que casi no tienen Presupuesto y tienen trasferidas casi
todas sus competencias a las CC AA y los ayuntamientos. El relato hace agua por
todas partes y son muchos los damnificados que van a pasar por las urnas.
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