Aunque ya había científicos que
venían alertando desde hace años del drama al que ya estábamos asistiendo, el
informe que acaba de publicar la ONU pone los pelos como escarpias, da miedo o,
para decirlo en Román Paladino, acojona. La ONU nos advierte de que hay un
millón de especies de animales y plantas en peligro de extinción pero también
de que empieza a estar seriamente amenazada la supervivencia del Homo Sapiens.
Nos estamos suicidando, así de claro. “Estamos erosionando los fundamentos
mismos de nuestras economías, nuestros medios de subsistencia, la seguridad
alimentaria, la salud y la calidad de vida en todo el mundo” fueron las
palabras demoledoras de Robert Watson, presidente de la Plataforma
Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y servicios de los
Ecosistemas (IPBES).
Hace unas pocas décadas los
ecologistas eran vistos como tipos raros, como “frikis” que se preocupaban por
las ballenas, por las consecuencias de la electricidad estática de las líneas
de alta tensión y por cosas que al resto de los mortales importaban un
pimiento. Pero ahora, afortunadamente y aunque nos falta mucho para tomar
conciencia del gravísimo problema medioambiental, los “frikis” empiezan a ser
los demás. Cuando hace años en los debates y las entrevistas políticas a
líderes de los partidos en la televisión Julio Anguita, entonces coordinador
general de IU, soltó esta frase: “Para poder tener un crecimiento sostenible
necesitaríamos dos planetas Tierra”, le dijeron que estaba en otra galaxia.
La ONU nos ha dicho, muy clarito,
que, o se toman medidas radicales para invertir de inmediato la deriva hacia el
abismo, o nos enfrentamos a la sexta extinción masiva a la que va a asistir el
planeta Tierra, es más, nos han dicho que la sexta extinción masiva ya ha
comenzado y que nosotros, si no hacemos nada para revertirla, nos extinguiremos
en ella, así de crudo. El 75 % de las especies terrestres y el 60% de las
marinas ya están al borde mismo de la extinción. Particularmente grave es el
holocausto de las abejas provocado por los pesticidas, algo que podría poner en
muy poco tiempo a la Humanidad ante una hambruna de dimensiones bíblicas.
La primera gran extinción fue
entre el período Ordovícico y el Silúrico, hace 440 millones de años, la
segunda en el Devónico, hace 360 millones de años, la tercera, una de las
peores, en el Pérmico-Triásico, hace 250 millones de años, es llamada la ”Gran
Mortandad” y en ella desaparecieron el 97 % de los animales y las plantas de la
Tierra, la cuarta en el Triásico-Jurásico, hace 210 millones de años y la
quinta en el Cretácico-Pérmico (la de los dinosaurios) hace 65 millones de
años. Todas ellas sucedieron por fenómenos naturales, gran actividad sísmica,
cambios climáticos severos, gran actividad volcánica o por el choque de un gran
meteorito, ninguna por las actividades de una especie. Nuestra responsabilidad
sobre lo que está sucediendo no tiene duda: deforestaciones gigantescas, una
actividad agrícola de locos, arrasando los mares con la sobrepesca e
inundándolos de basuras y contaminación, especialmente de plásticos totalmente
prescindibles, contaminando gravemente la atmósfera del Planeta, etc. Y eso a
pesar de que hemos tenido mucha suerte, porque los armamentos nucleares que
almacenan las grandes potencias podrían destruir la Tierra, la Biosfera
completa, varias veces o varias decenas de veces.
El ecologista británico, James
Lovelock, en su libro “La venganza de la Tierra” elaboró la teoría de “Gaia”,
donde nos dice que nuestro planeta es un ente que “decide” y que se autorregula
¿Habrá decidido ya la Tierra eliminarnos o lo haremos nosotros mismos?
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