Lo peor que nos puede pasar a los
españoles no es que no tengamos todavía Gobierno, ni que tengamos una Deuda del
100% del PIB, ni que estemos a un paso de la desintegración de nuestra patria,
ni siquiera que tengamos cinco millones de parados, lo peor que nos puede pasar
es que perdamos la ilusión y la esperanza y que la dignidad y el honor,
conceptos que para algunos son antiguallas, sucumban ante la irresponsabilidad,
la mentira, la sinvergüencería y la maldad.
Mientras las distintas formaciones
políticas están preocupadas con sus cosas, los ciudadanos de a pie tenemos
otros problemas. Entre ellos están los miles de hurtos y robos que se cometen a
diario en este país con total impunidad y cuyos principales responsables no son
los facinerosos, sino los que no hacen absolutamente nada para evitarlo. En las
encuestas del CIS la corrupción figura como una de las principales preocupaciones
de los ciudadanos, pero la corrupción solo es la punta mas mediática y
llamativa del gigantesco iceberg del robo en España, que flota triunfante sobre
un océano de mierda.
El robo en nuestro país ya es
algo tan masivo y cotidiano que, y eso en lo peor, empieza a parecernos normal.
No solo hay políticos que roban, cientos de miles de ladrones se llenan los
bolsillos con lo ajeno sin cortarse un pelo. Si Woody Allen hiciera ahora en
España una segunda parte de su famosa película de 1.969, “Toma en dinero y
corre” sin duda la titularía “Toma el dinero y no necesitas correr”. Los hurtos
y el robo son el modus vivendi de mucha gente y otra mucha, sin necesitarlo para
vivir, es la que mas roba. Las facturas sin IVA y la compra de bienes para usos
particulares cargándolos, defraudando al fisco, como gastos de empresa son
cosas tan comunes en España como el Sol que sale todas las mañanas. Pero, a
esos robos que ya eran tan nuestros como la paella, se han unido toda una nueva
gama de delitos, muchos relacionados con la llegada a nuestro país de mafias
extranjeras que han descubierto con agrado que aquí esta el reino de Jauja.
Así, hemos empezado a ver robos a los que los cacos españoles no se atrevían,
como el del cobre de las líneas de ferrocarril o, todavía peor, los asaltos a
viviendas, incluso con sus dueños dentro, pues, al contrario en otros países,
defender en tu propia casa tus bienes y tu familia puede costarte muy caro.
Tal es el grado de impunidad de los delincuentes que ya se atreven con todo. La
última oleada de robos en el campo valenciano ha puesto en pie de guerra a los
agricultores, que, entre otras acciones, han realizado varias tractoradas de
protesta. La indignación recorre el levante español, pues son muchos los
empresarios agrícolas que han visto como en una sola noche los ladrones dejan
todos sus árboles sin fruta. Las mafias disponen de camiones, almacenes y toda
la infraestructura necesaria para cometer sus delitos y también se llevan las
herramientas y hasta los tractores. Sus camiones salen
hacia algunos países de Europa a las pocas horas de arrasar los campos de
España. Estas cosas no parecen preocupar en absoluto a nuestros políticos y,
por ejemplo, en las nada menos que 66 páginas del acuerdo firmado entre el PSOE
y Ciudadanos no se dedica a combatir el robo masivo y generalizado, con medidas
concretas, ni una solo línea, solo vaguedades y palabras que se
llevará el viento. Lo mismo hacen los demás, naturalmente. Los agricultores
valencianos han decidido crear sus propias patrullas para vigilar los campos e
iniciativas ciudadanas similares se han tomado en muchos otros puntos de
España. Es otra muestra evidente de que el Estado español se nos está cayendo a
pedazos delante de nuestras narices y que ningún líder político ha levantado la
voz para impedirlo.
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