Ante el reto de unas nuevas
elecciones y ante la necesidad de un cambio real en España, que ponga en su
sitio a tanto sinvergüenza y a tanto corrupto, dos organizaciones de izquierda,
Podemos e IU, están dando pasos serios hacia una alianza electoral y una
candidatura conjunta. La necesidad de la unidad es obvia, porque con el sistema
electoral español los partidos pequeños
están condenados a la marginalidad y al gallinero parlamentario y los
medianos, si son de verdadera izquierda, nunca tocarán poder en el Congreso de
los Diputados, en el Senado y en el Gobierno. Es decir, si la unidad beneficia
a Podemos, que podría llegar a ser el movimiento político hegemónico de la
izquierda, no digamos a IU, que se ha quedado con solo dos diputados en las
pasadas elecciones generales pese a tener 923.105 votos. Si los números son un
argumento insoslayable, baste decir que mientras al PP un diputado le cuesta
poco mas de 50.000 votos a IU le cuesta casi 500.000. Pero, sería un gran error
pensar en la unidad solo desde el punto de vista de la mecánica electoral y del
número de diputados que se podrían obtener. La unidad popular es fundamentar en
la táctica y la estrategia de la izquierda y sin ella jamás los marxistas y los
trabajadores han llegado al poder. La necesidad de la unidad de las fuerzas
verdaderamente progresistas y que están verdaderamente por el cambio no solo es
de manual, está en el ADN de la izquierda. No hace falta apuntar aquí citas de
Marx y Lenin al respecto o recordar incluso lo que dice la letra de La
Internacional, baste repasar nuestra historia y la historia de los movimientos
sociales de vanguardia en el mundo, algunos muy recientes.
Podemos, al contrario de lo que
decían las encuestas, obtuvo muy buenos resultados electorales en las pasadas
elecciones, obteniendo, desde cero, 69 escaños en el Parlamento. Pero siempre
se comete el mismo error cuando las cosas van razonablemente bien, no
plantearse que podrían haber ido aún mejor. Donde Podemos obtuvo sus mejores
resultados electorales fue precisamente en las grandes ciudades, donde se
construyeron candidaturas de unidad popular. La experiencia de las elecciones
municipales fue muy valiosa y otra vez se demostró que ese es el camino. La dirección
de Podemos, sin embargo, se equivocó al no establecer una estrategia de unidad
global, a nivel de todo el Estado y al menospreciar a IU, que, a pesar del
vendaval, ha resistido, que es una organización política muy asentada en España
y que, sin tener la fuerza que tuvo el PCE, tiene muchos cuadros políticos y
aún mantiene parte de aquel eficaz “aparato”. Pablo Iglesias intentó fichar de
forma individual y al margen de su organización a dirigentes de IU, con algunos
incluso lo logró, pero no se pudo llevar a Alberto Garzón ni fagotizar la Coalición.
Aquella maniobra de la dirección de Podemos sentó mal a la militancia de IU,
porque se parecía, como un huevo a otro, a lo que había hecho el PSOE en el
pasado con lo que se dio en llamar “el pesebre”. Han pasado muchas cosas desde
entonces e Iglesias y los suyos han rectificado, ahora se trabaja por la unidad
desde el respeto y la leal colaboración de ambas organizaciones, pero en ese
cambio de aptitud también ha influido la coyuntura política y un clamor que ha
ido creciendo desde las bases al calor de las opiniones y los deseos de
antiguos dirigentes de prestigio, como Julio Anguita, y de intelectuales
comprometidos.
La dirección de IU también está
por la unidad, no solo porque la propia IU nació con esa misma filosofía, sobre
todo porque es una necesidad objetiva. Pero hay algunos dirigentes, muy pocos,
eso sí, que están haciendo todo lo posible por poner palos en la rueda, Gaspar
Llamazares entre ellos. Llama la atención que fue precisamente Llamazares el
que, en contra de lo que había hecho Anguita, mantuvo una política de colaboración
con el PSOE mientras este aplicaba políticas tan derechistas como las del PP en
España y cometía todo tipo de fechorías en Asturias, como las de El Musel, la Incineradora
(que aprobaron PSOE y PP sin que IU rompiera el pacto de Gobierno con los
socialistas) Sogepsa, escándalos en la Consejería de Educación, etc.
Llamazares se equivocó entonces,
cuando logró también el hito de que IU se quedara con solo dos diputados, en
una situación aún peor que la actual, y ahora, con un sectarismo amparado en la
bandera de una pretendida pureza ideológica y en una falsa defensa de los
intereses de la Coalición, también trabaja en contra de lo que es imperativo
hacer.
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