Mientras que en el PP y del PSOE
otra vez vuelven a aparecer las navajas traperas, bien a plena luz y haciendo
sonar el trinquete al abrirlas o entre bambalinas, unos/as para posicionarse de
cara al futuro congreso del PSOE y
otros/as o esperando la definitiva muerte política de Rajoy, otro problema ha
surgido a los que hasta hace cuatro días eran hegemónicos, la mas que posible
alianza electoral de Podemos e IU. El casi un millón de votos de la Coalición
rojiverde, merced a la injusta Ley Electoral, se transformaron en solo dos
diputados, pero, si la izquierda acude unida a las elecciones, esas trampas ya
no funcionarán. No solo eso, que esa posible coalición electoral lleve entre
sus cabezas de listas a Alberto Garzón, el político mejor valorado en las
encuestas del CIS, también es un inconveniente. Llamar “piojoso” o “perroflauta”
a Garzón no va a tener mucho gancho y mucho menos querer echarle sobre las
espaldas 100 millones de muertos, como hacen algunos descerebrados que parecen
no saber que el PCE hace muchos años que condenó los crímenes stalinistas, como
condenó la invasión soviética de Checoslovaquia y Afganistán, o que fueron
precisamente los comunistas vietnamitas, no los que todavía aplauden hasta con
las orejas la “democracia orgánica” franquista, los que acabaron con el
criminal régimen de Pol-Pot en Camboya. Mal lo tienen los que quieren echar
mierda sobre el bueno y educado Garzón, como mal lo tendrían los que quisieran
hacer lo mismo, culpándole de los crímenes de la Inquisición, con el Papa
Francisco, que tiene la misma cara de santo (y ya sabe usted que la cara es el
espejo del alma) que tenía Juan XXIII.
Hablen otros de Venezuela y de
los “peligrosos” comunistas mientras los ciudadanos hablamos de los cinco
millones de parados, de los salarios de miseria, y de la corrupción
insoportable. Hablen otros de sus bobadas mientras nosotros hablamos de que ya
está bien que los trabajadores paguen los impuestos a los ricos y de que nos
tomen el pelo.
Los que nunca han gastado
millonadas en la campaña electoral, porque la banca no se la financiaba y luego
les perdonaba las deudas, no tienen problemas con una campaña austera, siempre
han estado condenados a la austeridad. Otra vez pondrán a trabajar a sus militantes y sus simpatizantes y otra vez
llenarán los estadios y las plazas con su mensaje.