
Este es un tema muy serio, porque
actualmente España envía todos sus residuos nucleares a Francia y eso nos
cuesta la friolera de unos 70.000 euros diarios, a pesar de que el país galo
utiliza algunos residuos para volver a enriquecerlos para ser usados como
combustible nuclear. La cifra total de lo que España ha pagado a Francia no se
ha hecho pública, pero, desde 1.994, es de mas de 500 millones de euros, que
han sido repercutidos en el recibo de la luz a los consumidores españoles. Aquí
se acabó la seriedad del asunto, porque, en un país de pandereta como el
nuestro, hasta los problemas mas importantes se toman a cachondeo y con una frivolidad
que irrita a las personas sensatas.
Hasta la moratoria nuclear
decretada por el Gobierno socialista de Felipe González, España era la segunda
potencia nuclear de Europa Occidental, después de Francia. Nuestro país no solo
contaba con varias centrales nucleares (las todavía en funcionamiento) se había
terminado la de Lemóniz, de tercera generación, que contaba con dos grupos que
generarían 1.000 MW cada uno y había otras tres en proyecto, donde sobresalía
la de Isparter, que tendría 6 grupos de 1.000 MW cada uno. Además, España tiene
grandes reservas de uranio y una fábrica de combustible nuclear en Juzbado (Salamanca).
Solo la construcción, donde se habían utilizado 1.000 toneladas de hierro y
200.000 metros cúbicos de hormigón armado, y posterior desmantelamiento de la
central nuclear de Lemóniz costó 998.316 millones de pesetas de 1.983, que todavía
seguimos pagando en el recibo de la luz. A pesar de todas las fechorías de los
políticos, en un país que no cuenta con gas ni petróleo, la energía nuclear en España
todavía representa el 21% del MIX energético nacional.
Pero, en la fiesta que han
organizado los que han logrado que tengamos la electricidad mas cara de Europa,
solo superados por Chipre, se miente en abundancia y se toma mucho el pelo a la
gente. Hemos visto manifestarse a ecologistas de pacotilla contra la energía
nuclear, pero no hemos visto ese prurito reivindicativo contra las centrales
electrotérmicas que queman carbón, que emiten a la atmósfera miles de toneladas
de CO2 y que son las principales responsables del cambio climático y el drama
medioambiental que está padeciendo la Tierra. También nos han querido hacer ver
que la energía eólica, por ejemplo, es respetuosa con el medio ambiente, pero
solo hace falta subir a un monte donde hay estas instalaciones para descubrir
la amarga verdad. Lo que no se puede hacer es construir una central nuclear al
lado del mar en un país que está encima de una falla tectónica y que ha
inventado la palabra “tsunami”, como Japón. Yo no sé si somos mas inteligentes
que los franceses, que tienen 58 centrales nucleares y otra mas en construcción,
pero lo dudo mucho.
Al comúnmente conocido como “cementerio
nuclear” se le ha dado el nombre de Almacén Temporal Centralizado, que también
tienen guasa, porque la vida media de algunos residuos se cuenta en miles de
años. Contra él se ha alzado el nuevo presidente socialista de Castilla-La
Mancha, pero no para criticar su emplazamiento, que era el cuarto peor de los
barajados (los otros eran Zarra, en Valencia, Ascó, en Tarragona y Yebra, en
Guadalajara) por tener estratos de yeso en el subsuelo, sino por una cuestión
política y de principios, entre ellos la defensa de las grullas.
Pero, hete aquí, que el 95% de
los residuos radiactivos que se almacenarán no proceden de las centrales
atomoeléctricas españolas, sino de los ambulatorios, hospitales y de la
industria. ¿Pretenderá el presidente García-Page que no se pueda irradiar a los
enfermos de cáncer y que no se puedan hacer radiografías?
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