
Ya se empieza a escuchar que la
crisis de las bolsas chinas se parece mucho al crack del 29 y todos sabemos que
tras aquel acontecimiento el mundo entró en una profunda crisis de la que tardó
decenios en salir y que tuvo mucho que ver con el auge del nazismo y la
Segunda Guerra Mundial. El dirigente chino Deng Xiaoping , el mismo que dijo
aquello de que no importa el color del gato si caza ratones, diseñó un proyecto
económico para China basado en el crecimiento, es decir, abrazó las teorías
capitalistas, pero manteniendo la planificación económica y la dirección
centralizada del Estado y del Partido. Eso tenía muchas ventajas, solo hay que
ver el espectacular desarrollo que ha experimentado China en pocos años,
convirtiéndose ya en la primera potencia económica mundial, pero también muchos
riesgos. Porque China también ha caído en los mismos errores que cayeron en el
pasado potencias capitalistas como EE UU. Las bolsas chinas estaban generando
ganancias anuales que llegaban incluso al 150%, esto provocó que no solo los
fondos de inversión y los bancos invirtieran enormes cantidades de dinero en
comprar todo tipo de acciones, muchas que no valían ni la décima parte de su
cotización, sino que también acudieran millones de particulares a las bolsas,
hipotecando sus casas y propiedades y pidiendo créditos a los bancos. Aquello
parecía una bicoca y el que no invirtiera pasaba por tonto. Pero, cuando las
bolsas caen en picado y hay que devolver los créditos tienes un problema. Al
Gobierno chino, copiando la locura de muchos gobiernos occidentales, como
España, no se le ha ocurrido otra cosa que usar el fondo de pensiones para
comprar acciones y frenar las caídas (España compró parte de su Deuda). Hemos llegado
a un punto, decían algunos, que o nos implicamos a fondo o esto se hunde. El
problema es que también se han cargado el bote salvavidas.
Sin embargo, el nerviosismo de
los mercados no es solo por lo que está pasando en las bolsas China, hay causas
mas profundas que son la verdadera raíz del problema: la sobreproducción
industrial, la caída de la demanda, la pérdida de poder adquisitivo de cientos
de millones de personas y la burbuja de la Deuda. En contra de lo que nos han
dicho, no hay recuperación económica y el mundo está en recesión y para
comprobarlo solo hay que observar que el petróleo está a 48 dólares el barril
sin que lo oferta se haya disparado.
La dirección de la economía
mundial se ha dejado en manos de los especuladores y de organismos que ya no
están bajo el control de los Gobiernos. Los que manejan el tinglado han creado
una economía virtual que nada tiene que ver con el valor relativo de las cosas.
Las bolsas han pasado de ser mercados de inversión a casinos donde los jugadores
casi siempre ganan, hasta que pierden incluso los calzoncillos. No hace
demasiado tiempo hemos visto lo que sucedió con las punto com, también llamadas
tecnológicas. Solo se pueden comprar acciones que no valen nada si se va a especular
con ellas a corto plazo, antes de que nos tengamos que quedar con el muerto.
Cada vez es mas evidente que la
economía mundial necesita una dirección y una planificación serias que los
actuales organismos supranacionales y los Estados no parecen dispuestos a
acometer, al contrario, nos llevan directamente al pozo.
Algo que me llamaba poderosamente
la atención ante lo que, inevitablemente, va a pasar era, como he manifestado
en otras ocasiones, que el precio del oro se mantuviera constante, pero eso
parece que se ha terminado y ya ha empezado su escalada. Cuando cunde el pánico
y los mercados se ponen nerviosos se vuelve a poner los pies en el suelo, a
comprar valor y a asegurar el dinero, como es lógico.
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