
El muchacho dijo dos cosas
extremadamente graves: que había recibido el encargo de la Casa Real de
realizar negociaciones con el pseudosindicato Manos Limpias para que éste retirara
su acusación particular a la infanta Cristina y del Gobierno de Rajoy, vía Vicepresidencia,
para llegar a un acuerdo con el entorno
de los Pujol. La propuesta consistiría en que, a cambio de que estos salieran
bien parados de los procesos judiciales en marcha, aportaran información
comprometedora para ERC. Soraya Sáenz de Santamaría debe comparecer en el
Congreso de los Diputados de inmediato para dar explicaciones.
Sino fuera porque vivimos en un
país donde cualquier cosa es posible y donde las chapuzas de todo tipo son la
norma, resultaría imposible creer el relato del “pequeño Nicolás”, pero me temo
que, también en este caso, la realidad supera a la ficción.
Si se demuestra que son ciertas
las cosas que hemos leído y escuchado, algo que debe aclarar la Justicia a la
mayor brevedad, la posición del CNI, de la Casa Real y del Gobierno de Rajoy se
hará insostenible. ¿Cómo es posible que sucedan esas cosas y cómo es posible
que se encarguen esos recados a un aficionado que no ofrece la menor garantía?
Todos los servicios secretos del mundo hacen trabajos al margen de la Ley,
no vamos a descubrirlo ahora, pero no se
puede ser tan incompetentes como lo están siendo los españoles.
Francisco Nicolás se ha metido en
un buen lío, porque una de las cosas de libro para todos los servicios de inteligencia (lo de inteligencia es un decir, claro) que quieran mantener su seriedad es que hay que eliminar al que se va
de la lengua. El ruso Litvinenko (que, por cierto, también trabajó para el CNI
español) asesinado con polonio por el FSB (Servicio de Seguridad de la Federación
Rusa) y los casos de Julián Assange y Snowden, que han tenido que refugiarse en
la embajada de Ecuador en Londres y en Rusia, respectivamente, para no pasar a
mejor vida, son bien elocuentes. Pero, España es diferente, y puede que Francisco tenga
suerte.
Los partidos políticos españoles
ya tenían planificadas las campañas electorales que se avecinan y en las que se
van a jugar tanto. La oposición se ha embarcado en una carrera por ver quién
pone un dirigente mas joven y agradable (el programa es secundario) al frente y
Rajoy tenía previsto bajarnos los impuestos, que antes nos había subido, para
engatusarnos. Pero, hete aquí, que ha llegado el “pequeño Nicolás”, como en una
historieta de Martadelo y Filemón y la TIA para la que trabajaban, y ha dejado
una bomba de relojería bajo nuestros pies. Nadie sabe que pasará cuando
estalle.
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